Abandono posindustrial
Hoy que cae la tarde, el sol enrojecido atraviesa las paredes algo putrefactas.
¿Quién vivió aquí? ¿Quién lloró entre sus esquinas y quién se jactó entre risas?
Me pregunto si alguna vez fueron también presas del erotismo o de agitadas reflexiones.
Me imagino, en las más oscuras noches, escuchándose el eterno ruido de la fábrica. De los motores y de los quejumbrosos lamentos de los obreros. Mientras los señores que habitaran esta casa los observaban indiferentes.
Vislumbro, también, quizá el reproche de alguna hija rebelde. De algún portazo y un viaje de no retorno. La decadencia de este pequeño imperio y finalmente su soledad.
Ahora sólo lo cubren las malas hierbas y las miradas curiosas como las mías. El morbo y a la vez el desprecio durante años, hasta que se derrumbe por el peso de su propio horror.