Estrellados con estrellas

in #spanish4 years ago (edited)

“Que levante la mano el que sea gitano. Ganamos. Esto lo haces tú en otro sitio y no ganamos siempre, ¿eh?, pero aquí ganamos”. Creo recordar que eso lo decía con afectuosa astucia Patxi, quien hoy es el director del colegio María de la O (la advocación más gitana). Y es verdad, es difícil que haya un sitio donde haya más manos gitanas que en la barriada de Los Asperones, en el extrarradio malagueño.
Un millar de personas terminaron allí cuando a finales de los años 80 la presión urbanística y sus beneficios económicos impulsó el realojamiento provisional -eso se les vendió a quienes casi nada podían comprar- de los vecinos más humildes de la ciudad, los que sobrevivían no sólo en zonas desestructuradas o núcleos chabolistas como La estación del Perro o los aledaños de El Bulto y Portada Alta, también en casas y edificios susceptibles de reedificar en zonas aledañas al centro y barrios históricos de la ciudad. Y una vez reclasificado suelo y urbanizado el futuro de esos lugares les llegó, claro, el olvido. Dirigirse más allá del barrio de El Cónsul era como adentrarse en el oeste, junto al vertedero municipal y la perrera. Idílica provisionalidad eternizada.

Patxi con alumnos del barrio

El que más alto llegue más posibilidad tiene de tener otra vida y de romper estas cadenas ¿no? Ese razonamiento le hacía a un compañero del programa Andalucía Directo, hará unos tres años, uno de los vecinos de la barriada que miraba con orgullo cómo uno de sus hijos habitaba una estrella de cartulina en esa pared del barrio. Y es que Los Asperones mira a las estrellas, aunque sea de día. Cada una de ellas, pegadas en esa fachada, lleva escrito el nombre o el apodo de cada uno de los chaveas que ha conseguido sacarse el Graduado Escolar. La modesta iniciativa tiene un efecto formidable. La clave está en los chiquitines de tres años que han entrado en el aula de Infantil del colegio, allí sentados, que miran a sus hermanos mayores y, en ocasiones, a sus muy jóvenes padres o madres, recibiendo el reconocimiento del barrio, siempre profesores mediante, por haber obtenido su titulación escolar, una llave para el mercado laboral. Un seguro básico para hacerse acreedores de un mínimo respeto por parte de quienes no viven en un poblado provisional como ése, enquistado para nuestra vergüenza social, en la periferia de ahí al lado, camino del cementerio, durante más de treinta años. Aunque, de nuevo, el crecimiento de la ciudad por Soliva y la extensión del campus de la UMA y sus actuales y futuras edificaciones imparables serán la causa del levantamiento progresivo de un enclave que no echará de menos nadie.

Los Asperones

Quienes en este oficio de contar lo que ocurre hemos echado los dientes en la radio y la prensa de Málaga, como quien esto escribe, sabemos bien lo que es practicar todos los géneros periodísticos con Los Asperones como tema. Escribir una crónica de Los Asperones, hacer un reportaje, sacar una noticia, escribir una columna; entrevistar a quienes como voluntarios trabajan allí en talleres ocupacionales o formativos, como al cura Paco -ya jubilado-, o a algunos vecinos, a las mujeres hechas de tierra y madera de árbol que sacan adelante a sus casi siempre numerosos hijos -aunque a algunos, carne de cañón morena y fácil, se los llevase la droga por el camino- o a Patxi, siempre al pie del cañón. Patxi siempre en primera línea de la defensa de la verdad ajena.

Estrellas en la pared

Aquel día que Patxi pedía que levantaran las manos quienes fuesen gitanos, celebraba, con otros maestros y vecinos, que un joven apodado Bruce Lee -que también tiene su estrella con el nombre de aquel rey del kung fu que yo tenía en un póster en mi cuarto cuando era adolescente, aunque él se llame en realidad José Francisco Gómez Heredia- se había convertido en el primer alumno de Los Asperones en llegar a la universidad. A quienes no aprenden nunca que la verdad está en el contexto de cada logro les parecerá una anécdota sin importancia. Pero sólo quien va despacio consigue ir lejos, como me dijo Isidoro Moreno -aunque fuera respecto a su estrategia para el futuro del pueblo andaluz y no de la progresiva convergencia socioeconómica de la población gitana- Me lo dijo en una de las entrevistas que estoy haciendo a relevantes políticos andaluces en el proceso autonómico hace ahora 40 años. Un primer universitario es un ejemplo a imitar, un estímulo para la autoestima, un impulso del querer es poder, de la igualdad real sin sacrificar la diferencia, un apretón con el cortafrío para romper esa cadena, que decía el vecino del barrio mirando a la cámara que les visitaba como se visita una excepcionalidad que nadie envidia.
El martes próximo, casi 40 años después del 28 F, la delegación de la Junta de Andalucía en Málaga entregará una de sus banderas blanquiverdes al claustro de profesores del colegio de Los Asperones, con Patxi Velasco a la cabeza.

(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es

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Con la profunda humildad de un ignorante en la materia creo que los gitanos y la cultura gitana ha sido (y es todavía) menospreciada en buena parte del mundo. Y lo digo con tristeza. Sin tener ningún antepasado gitano en mi genealogía.

En el imaginario popular nos hemos acostumbrados a emparentar la palabra gitanos con carrozas nómadas, con carpas (ahora con pickups), con personas sin identidad y en muchos casos vinculadas a actividades delictivas que nos hemos olvidado (o directamente ignoramos) de la enorme cultura popular que de ellos se desprende.

La historia de los gitanos es uno de los vacíos más evidentes y sangrantes al que se enfrenta cualquier disciplina comprometida con un conocimiento socialmente útil del pasado.

La procedencia de los gitanos ha sido objeto de todo tipo de fantasías. Y todo porque no hay demasiadas testimonianzas escritas de su devenir.

La esencia del modo de vivir gitano la define el propio Charles Baudelaire en El pintor de la vida moderna (1863) cuando escribe: “Estar fuera de casa, y sentirse, sin embargo, en casa en todas partes; ver el mundo, ser el centro del mundo y permanecer oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de esos espíritus independientes, apasionados, imparciales, que la lengua solo puede definir torpemente”

Es un placer leer este tipo de artículos.

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