Cómo suena el final de la vida

in #spanish5 years ago

Miro la vida en un ecógrafo. El niño aún está de pie. No parece dispuesto a encarar la entrada a todo este ruido, a pesar de sus placentarias 36 semanas. Hemos ido a la ginecóloga tras volver yo del cementerio. Ida y venida.
Fernando, el padre de Fefe, y su madre, Rafi, me habían hablado el día anterior al entierro de su hijo, en la sala número 29, de lo que tardó en nacer “el niño”. Rafi es una mujer bonita, pequeña, morena, delgada, con su cabello casi tan blanco y tan recogido como su dolor, abisal, inconmensurable. La machadiana bondad del fotógrafo de SUR Fernando González, su manera natural de iluminarte cuando te lo encontrabas siempre con la sonrisa puesta, esa generosa disposición suya que nos hacía sentir a quienes le conocimos que estar con cualquiera de nosotros a él siempre le parecía algo importante, abarrotó la capilla 2 del malagueño cementerio de San Gabriel en su funeral. Mi hijo de ocho años se llama Gabriel.

La misma mañana del día en que, con tan sólo 51 años había muerto Fefe dejando dos hijos, compañeros, alumnos, amigos, familia, una hermana, padres que jamás deberían enterrar a un hijo, dejándonos a todos huérfanos de su existir mejorándolo todo, también moría Curro Díaz, responsable de Uncía Producciones y su plató en Mollina, Curro también ha muerto joven, también dejando familia y a un montón de actores malagueños llorándole sin entender cuándo van a seguir en algunas de las series que Curro tanto peleaba.

Yo mirando el ecógrafo, los piececitos moviéndose, mira, mira, esas bolitas son los testículos que ya están en la bolsa escrotal, todo en su sitio, los ventrículos funcionando muy bien, dice Pilar Bernal, la ginecóloga. Yo recordando cuando miraba yo a mi primer hijo en una pantalla como ésa; yo recordando a Rafi hablarme de cómo nació “su niño” como si fuera ayer, apretando su recuerdo con los dientes para no saberle en el ataúd cerrado al otro lado del cristal, con su mirada elegante y cuidadosa como para que no llorara yo a pesar de hablarme con el alma rota en mil pedazos. Yo, después, mirando la vida en la pantalla del ecógrafo.


Cómo suena el final de la vida. Fundación CUDECA
Y ayer, en el auditorio del Museo Picasso, intentamos escuchar, que no es lo mismo que oír, la música que puede haber y hay en el silencio final. La joven compositora malagueña Paloma Peñarrubia, autora de la banda sonora, entre otras, de la película Bajo la piel del lobo, nos regaló una delicada composición que pueden sentir si pinchan en la web de la fundación CUDECA (háganse socios, cuesta muy poco). Charlamos con ella y con el más guapo de los dos hermanos Banderas, Javier, sobre el tumor que él también tuvo, vencido hace años, y sobre la promesa de sus amigos del submarino de la Esperanza; y con la genial Laura Insausti, la voz de Dry Martina; y con Esther, la increíble hermana del eterno Pablo Ráez. Siempre fuerte…
Vivimos a los muertos y nos supimos ya no vivos algún día, en el mayor ejercicio de vitalidad que un ser humano puede acometer. Vivir cada día como si cada día fuera único. Eso es vivir de verdad.

(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es

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Hermoso texto. Y bueno, por ahí dicen que el silencio dice mucho más que las palabras :) este post será propuesto para ser votado por @celfmagazine

Gracias, Ailin...

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