Pesadilla en el Centro Comercial

James Graham Ballard desarrolla en su novela “Bienvenidos a Metro-centre” (en inglés “Kingdom come”, 2006) una lúgubre historia que se inicia con el misterioso asesinato de un piloto jubilado dentro de un centro comercial ubicado en las afueras de Londres.

El hijo del hombre asesinado, un publicista en horas bajas, aunque no tenía una relación con su padre, comienza a conocerlo a través de lo que va descubriendo de su vida y sus indagaciones sobre el crimen lo llevan a sumergirse en las profundidades psicológicas de estos suburbios ingleses, donde el Centro Comercial “Metro-centre” ocupa un lugar privilegiado dentro de sus vidas rutinarias y vacías.

El aburrimiento y el fastidio de estos consumistas habitantes de la periferia de Londres serán los acicates de lo que ocurrirá posteriormente.

Como siempre, me seduce de la narrativa de Ballard ese gesto irreverente de colocarnos en nuestro mundo y en nuestro presente, para luego ir destruyendo paulatinamente nuestros mitos más queridos, nuestras fantasías más entrañables, sacando a la luz los mecanismos oxidados de unas vidas que se afirman en el consumismo como religión de nuestro tiempo,

se refiere así a personas que encuentran en estos grandes comercios su razón de ser, y lleva los actos en apariencia intrascendentes de ir al centro comercial hacia un posible más allá apocalíptico, en el que la violencia y la locura vienen a ocupar el lugar del aburrimiento y la apatía.

Desde mi punto de vista Ballard es un mago en lo que respecta a convertir nuestras confortables y aparentemente inocuas rutinas y hábitos urbanos en bombas de relojería que cualquiera puede activar y entonces esa aparente seguridad y estabilidad de nuestras vidas estalla por los aires. Un valioso ejercicio de distanciamiento e imaginación. Por otro lado su prosa tiene una potencia revulsiva increible, y la lectura resulta sumamente estimulante e incendiaria, como se puede apreciar en la primera página de la novela:

Les dejo esas dos imágenes de la edición que leí.