Nuestro nacimiento

El nuestro es un pesebre antiguo, pero que posee el encanto de tener muchos años en la familia, y que de una generación a otra se ha venido colocando cada navidad, por lo que su aspecto antiguo sólo lo hace más entrañable y valioso para nosotros.

Me gusta de este nacimiento esos elementos que nos hablan de la vida en un pueblo, todavía hasta hace unas décadas, (muchas o pocas según cada país) con su pozo, sus animales domésticos, la familia que se replica en la cerda con sus cerditos, la gallina, el conejo, el frutero, porque se trata de contar la historia de un nacimiento, pero insertada en la vida de los comunes, pues nos referimos a la maravillosa combinación de lo extraordinario dentro de la vida ordinaria y común del resto de los mortales.

Le pusimos también su río, por el que pasea una pata con sus patitos, y también su pastor con su oveja, su lavandera, los reyes magos y gente del pueblo que se acerca a conocer al niño. Como en cualquier pueblo cuando nace un niño, nuestro nacimiento vuelve a contar la misma historia cada diciembre, pero cada vez para nosotros tiene sentidos distintos.

Aunque son días complicados en todo el mundo, este pequeño micromundo que colocamos cada diciembre en algún lugar especial y destacado de la casa, nos recuerda que todo acontece y luego pasa, y de lo que trata es de capear este temporal pandémico como mejor podamos, cuidándonos y cuidando a nuestros mayores, que ya vendrán días de volver a estar juntos en circunstancias más favorables.

Las fotos son propias.