Desolatio.

El siguiente es un poema propio inspirado en un paseo cualquiera por las calles de mi ciudad. El mismo, si bien pueda pecar de falta de fluidez o rigor poético, ha sido simplemente un ejercicio de expresión de la percepción propia del ambiente externo, volcado sobre un papel en blanco minutos después.

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Fuente

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Caminan los miserables
millones de pasos
sin realmente dar paso alguno.
En aquellas inmensas calles
de las que sólo emana náusea
y podredumbre,
no hay más horizonte
que una sucia desgarradura.

No puede nada, siquiera
el cielo gris y humeante
que se entrevé en los arboles
acallar nuestra sordera.
No canta nadie,
si acaso los tordos negros
que como jueces
nos miran desde arriba
con curiosidad viva
y extrañeza entera.

Caminan los miserables
cae uno, cae otro
y paulatinamente se extinguen
como bachas de cigarrillo
que absortas perecen
bajo brisas impávidas
de tierra y arena.

¿Cuántos caminan y cuantos más
han de caminar,
por el sendero del
Ser y la Nada
antes de alcanzar el agotamiento?
Allá van los desgraciados,
repugnantes, ausentes
más ciegos que tuertos
más cesantes que mudos
colisionando unos a unos
esclavos del presente.