Muchos se preguntaran a que me refiero, así que los pondré al tanto, mi pareja no vive junto a mí, de hecho vive en otro país. Nos conocimos aquí en Venezuela, él estuvo de misión aquí durante 3 años, pero lamentablemente, ese tiempo ya pasó. Ahora el está lejos de mí y eso es desesperante, porque (aunque lo he visto dos veces desde que se fue de Venezuela), he sufrido terriblemente su ausencia, el no verlo a diario o tenerlo cerca; algo tan sencillo como un beso o una acaricia en la mano, se ha vuelto imposible. Y no hablemos de la comunicación, ya que en donde el vive la tecnología casi no existe (un elemento que me ha llegado a encantar de esa localidad). En donde vive no hay internet como en cualquier parte del mundo, yo lo amo con todas mis fuerzas y lidiar con la distancia es muy pero muy difícil. Este es el punto de partida de esta publicación, al hablar con algunos compañeros del trabajo, algunas amistades e incluso familiares, estos me han dicho sus opiniones, muchas de ellas son extremadamente opuestas, y en todas hay cosas ciertas y otras que no son tan ciertas. Como profesional en la salud, entiendo que el ser humano es un ser biopsicosocial, a eso se debe la importancia de lo que nos envuelve y como nos relacionamos con todo lo que nos rodea e importa así que ¿Realmente la vida continua? Aquí está mi respuesta:

La vida ciertamente va a continuar (sin importar que nos quedemos en la casa solos sin hacer muchos movimientos-Sí lo he hecho-), pero aun así el tiempo seguirá avanzando. Podrían estar preguntándose ¿Qué hará? ¿Con quién estará? ¿Pensara lo mismo? Yo lo pensé al comienzo de toda esta aventura y fue bastante frustrante, ya que, no tenía forma de saberlo, el tiempo pasaba y la cama comenzaba a tomar la forma de mi cuerpo (y yo sencillamente imaginaba mil
respuestas que no podía conocer), tristemente todo eso ocurría mientras continuaba mis estudios. Se podrán imaginar lo terrible que fue perder algunas notas e incluso algunas prácticas. Casi al borde de perder todo, hice lo mejor que pude hacer y en correos electrónicos (lo único que es posible enviar y que llegue a Cuba), comencé a escribir lo que sentía por él; como me sentía cuando estaba junto a él, cuando podía darle mi afecto y también lo que había pensado al estar lejos de su contacto. Gracias a esto pude volver una situación más saludable, porque ya no estaba solo cargando lo que sentía, sino por el contrario, cargaba mis sentimientos junto con él y comencé a recibir sus correos cargados con sus sentimientos, lo que pensaba, lo que le dolía, lo que dudaba y lo que sentía. Claro, hubo momentos en los que sus palabras eran muy profundas y dolorosas, no entendía por qué me dolía tanto y por qué se expresaba con tantas palabras dolorosas. Bastante confundido y herido, le expliqué lo que me pasaba a una gran amistad y su respuesta fue lo mejor que pude haber escuchado en mi vida, lo que me dijo esta persona fue: “el te extraña negro él te necesita y tanto es así, que el mismo no sabe cómo expresar el dolor que siente cuando te tiene lejos y piensa que mientras el tiempo avanza, lo vas olvidando poco a poco, cuando lo tengas de frente todas esas palabras que él escribió las entenderás y podrás amarlo aún más”.

Fueron palabras que me ayudaron a entender de lo que se trataba estar en pareja, de tener una relación, de tener algo realmente fuerte por lo cual luchar, ¿Por qué digo esto? Por la sencilla razón, de que a veces nos concentramos tanto en lo que sentimos de manera individual, que no pensamos que también están los sentimientos de nuestra pareja y olvidamos llevarlos junto a nosotros todo el tiempo. Es allí donde entendemos el valor que tiene la persona que hemos elegido, y queremos que este en esos momentos de la vida que más nos importan.

En este momento, el amor puede más que la distancia y es algo que se ve con toda naturalidad, cuando se te escapa su nombre en cualquier conversación y/o él se encuentra presente en cada uno de tus sueños. Eso demuestra nuestro amor y conexión, porque cuando actuamos sin pensar, evidenciamos los actos más sinceros de nuestro corazón y son estos los que nos concentran y nos dan la fuerza para seguir.