El Sueño del Negrito

Un rayo de sol entró curioso por la ventana despertando al niño que aun abrazaba su dinosaurio. Abrió los ojos y con las mejillas rojas por el sueño se enderezó y dejó entrar el sol por completo a jugar con sus manos.

Entonces vio la puerta y sus piernas cortas lo llevaron al lugar más seguro y mágico que recordaba de este mundo. Abrió la puerta y vio a su madre aun metida en la cama durmiendo. La habitación de sus padres era enorme y luminosa, llena de cosas por explorar, la ropa tirada de mamá, la guitarra de papá, las fotos de los abuelos y los tíos que él conocerá algún día...están por todos lados...sobre todo en la mesilla junto a ella.





El niño mira a la mujer y acerca su mano, la toca suavemente y ella sonríe sin despertar. El pequeño ve al otro lado de la cama un gran espejo, corrió y se subió a la silla para mirarse. Sus ojos marrones resaltaban sobre su pelo lizo, como el de la abuela...el negrito...así lo bautizó su abuelo cuando supo que llegaría. De pronto por el espejo vio a sus padres agitarse, aun sin despertar, el negrito acercó la mano al espejo, como para calmarlos y sus ojos se clavaron en sus manos y en su sonrisa.

La mujer despertó sobresaltada, corrió las sábanas, vio hacia el espejo...no estaba...vio su vientre, que ya dejaba notar el morador de sus sueños, ella sonrió y respiró.

“Duérmete negrito” susurró ella.

Mientras, en una acuosa y oscura cuna, el negrito escucha y también trata de dormir, mañana será otro día y seguro mamá cantará un poco, a la distancia sentirá la voz de la abuela y el abuelo con sueños de escritor y futbolista...el niño ríe y acerca su manita a la pared del frente, ahí, donde sabe espera la mano de su madre.