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Observo mi mi momento y lo atrapo en un sueño,
delicada esperanza que aún mantengo,
rosa escarlata que entre espinas no aprieta,
frágil estancia que solo las grietas no dañan.
Tiempos de enredos los que a mi mente inundan,
razón perdida al fondo del cajón,
confesiones tardías que no evitan nada,
que solo alumbran el motivo de la situación.
Ante mis ojos pasan imágenes,
imágenes frustradas del cometido no logrado,
despertar temprano a la invasiva realidad,
esa en la que cada mañana a mi lado no estás.
Creo paréntesis que a mi alma apaciguan,
añado al baúl las fracciones de mi dividido corazón,
resto a la soledad las potencias que no calman,
porque si no solo sumarías reclamos.
Pero ahora no es único el motivo,
ni es positivo o negativo,
siquiera es un espacio vacío que deba llenar,
porque lo que es, está.
No importa cuanto demores en plasmar letras,
mientras el vacío borra los sonidos que guardo,
mientras peco pensándote sin creer que tú lo estés
y dudé que los ladrillos estén allí con la misma dureza.
Ahora solo aprieto la rosa en mis manos,
me convierto en piedra ante el viento que recibo,
la piel en roca convertida aún sin notarlo
y en estático movimiento mientras tan solo el vacío llena.