Me despertó el sonido de los tambores, un fuerte estruendo que invadía por completo cada rincón de la pequeña habitación donde me encontraba. Un sonido ensordecedor, caótico y abrumador que desplazaba cada pensamiento en mi cabeza... Mejor dicho, los trituraba en cada arremetida. Es una mejor forma de decirlo, pues sentía como cada golpe quebraba mi cráneo. Confundido por el repentino ruido, me levanté de mi cama y me vestí, tan rápido como la ira creciente que desbordaba mis sentidos.

"¿¡Por qué coño están haciendo esto justo ahora!?"

Habría jurado que lo había gritado, pero el sonido opacaba las palabras. Pudo ser un simple susurro, o un pensamiento. No había grito en este mundo que pudiera sobresalir del estruendo. Pero lo peor era que subía la intensidad, cada golpe era más fuerte que el anterior, y cada vez se unían más y más golpes, como si nuevos integrantes llegaran con nuevos tambores, bombos, congos, o quién sabe qué carajos más. Ni sabría decir qué instrumentos eran exactamente, pero daba igual.

Me asomé por la ventana a la calle, sin ver nada. El ruido infernal no provenía de afuera del edificio donde me encontraba. De hecho, su origen era tan ambiguo que podría ser dentro de mi propio departamento, o en mi propia cabeza. Algo tan abrumador que parecía una tortura premeditada, una forma de volverme loco como esos métodos de poner música que detestas a todo volumen hasta perder la cordura. Yo precisamente no tardé demasiado en perder la cordura.

Desorientado, no supe a dónde me llevaban mis pasos. Vagamente pude salir de mi departamento hasta el pasillo, donde algunos otros vecinos también habían salido, y en vano buscaban el origen del infernal ruido. Muchos de ellos se habían vuelto locos, cuyos gritos y desesperación no pasaban de ser una ridícula mímica, como una película muda donde los actores hablaban pero nada se escuchaba. Nada excepto los tambores.

Fue idea de algún vecino, un anciano que vivía en los pisos superiores, bajar al sótano a investigar. Aunque no estoy seguro si fue una idea plenamente racional o fue un instinto producto de la locura. Como sea, un grupo importante de vecinos nos ubicamos en el sótano, para darnos cuenta del infierno que allí se desataba.

Un grupo de muchachos, todos encapuchados y de diferentes contexturas, formaban un círculo perfecto en medio del estacionamiento del sótano, y allí golpeaban con todas sus fuerzas la placa de cemento, con sus manos desnudas. El estruendo era insoportable allí abajo, pero lo más impresionante era que muchos de esos sujetos tenían las manos destruídas y ensangrentadas por golpear con tal furia el suelo, sumidos en un estado irracional.

Repentinamente, el golpeteo cesó, y algunos muchachos encapuchados cayeron al suelo, agotados o tal vez muertos. Sólo uno, el más alto y fornido del grupo, se adelantó al centro del círculo, pronunció palabras que jamás en mi vida había escuchado, y de su alrededor salieron vapores verdes, rojos, azules y amarillos. Dichos vapores salían del suelo y de sus compañeros fallecidos, y se iban directamente ante aquella siniestra figura, quien aspiró todos los vapores.

Y luego, soltó una carcajada. Su risa fue como sumergirse en un río congelado, me heló por completo la sangre...

Fuente

Bueno, eso ha sido todo. Les pido que si les gustó el relato, estén pendientes por su continuación. Están invitados a votar mis relatos y dejarme sus opiniones. Pueden seguirme para estar pendientes de los demás relatos que iré subiendo. Y si desean, pueden leer mi otro Relato Corto.

• Temor a la Oscuridad

Sin más que agregar, gracias por tomarse su tiempo leyendo este post. Hasta luego, un saludo.