Esto no es una divagación. Mañanas vacías de café frío.

Nos atamos con tanta fuerza que ahora esto se siente como un nudo, es como si algo nos uniera a pesar de que te fuiste. Quizá son mis ganas de no dejarte ir, o quizá es el hecho de que me estoy acostumbrando a pasar mis días acechada por tu recuerdo.

Hasta esta mañana, no entendía muy bien a qué se referían esos poetas con eso de que el olvido es más largo que el amor.
Pero esta mañana cuando me levanté a hacer café, me di cuenta de que ya no estás conmigo y el café se me enfrió porque se me olvidó por qué debería ansiar permanecer despierta sin ti.

Me senté a escribir - a escribirte - pero estuve toda la mañana observando la página en blanco, así como lo está mi mente. Empecé a preocuparme, no puede ser normal que una persona sienta tantas cosas en un corto periodo de tiempo y aún así, ni una lágrima brote de sus ojos.
O quizá es ya no es cómo ponerte en palabras.
Un día, de repente, las sonrisas son recuerdos, las ganas están gastadas, la voluntad agotada. Un día, de repente, ya no hay nada.

Fuente.