[Relato: "Trascendencia momentánea"]

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Vivo en una ciudad rodeada de montañas, soy el menor de tres hermanos y hoy tuve un día surrealista. Me he encontrado atrapado en momentos conflictivos en más ocasiones de las que puedo recordar. Me he encontrado en momentos de alto estrés, entre lo moral y el hacerme el desentendido; pareciere como sacar un par de seis al tirar los dados, de amplio azar y con una mínima probabilidad y sin embargo ocurre. Quisiera tener la misma suerte que en un juego de poker. El inconveniente ocurre de manera común y es la clave del estrés que me generan estas situaciones.
Pongamos las cosas claro, siendo una persona fuerte, de amplias capacidades, con un cerebro más hábil que el promedio, puedo ayudar a cargar cosas pesadas que lleven las personas, como cuando van de compras, auxiliar a gente en silla de ruedas a subir escaleras o peldaños altos, e incluso mostrar cómo se hace algo, e indicar el camino correcto para que se den cuenta de que son capaces de hacerlo ellos también, sin necesidad de mi intervención. Sé que además de ello, mi conflicto se acentúa cuando mis capacidades son insuficientes y limitadas para ayudar de manera individual a todos. Ese problema se lo debo en gran parte a mi padre, quien con su constante goteo, logró labrar en mi personalidad este altruismo que me agobia.
Y qué tal aquellos, cuyo trabajo es ayudar y no lo hacen, o sí lo hacen, pero de mala gana o incluso reprochando el tener que ayudar, esos son los momentos cuando molesta y genera estrés intenso, saber que a esas personas les pagan por ayudar y no lo quieran hacer. Nunca te faltan las ganas para acomodarles las ideas con el primer objeto que tengas a la mano. Pero no lo haces por más ganas que tengas, no lo haces porque no tiene sentido hacer el problema más grande. ¿Para qué gastar tu tiempo en cosas como esa? ¿Para qué generar que puedan demandarte por cosas tan ridículas como actuar de un héroe justiciero contra un ser idiota, pero comportándote como un idiota? La humanidad no logró la evolución suficiente para que tu razonamiento evite ese tipo de comportamientos tan irrealistas. Es tarde, suena Nina con un eco, pues hay nadie. ¿Qué preceptos enredados hay en lenguaje corporal y en el altruismo? ¿Cómo lo resumiría? Tal vez con el enunciado donde lo catalogo como un día surrealista.

Todas las torturas posibles, desquites increíbles, descargas voraces, mutilaciones y muertes posibles que se te ocurran las puedes hacer en tu cabeza, liberándote. Ese fue el momento en el que agradecí haber stalkeado a mi compañera hipster pacheca de preparatoria, para darle me gusta a las páginas de psicoanálisis que seguía.
Catarsis obvia, tu cabeza y la realidad tienen una hermosa diferencia, en la realidad las leyes de la sociedad y de la física son las herramientas; mientras que en tu cabeza tienes el trono de Julio César, tú mandas, no hay tal cosa como un elemento incongruente, no hay limitantes, nadie tiene ni tendrá más omnipotencia como la que tienes tú, es tu dimensión, eres el completo soberano de ella. Es así como en un segundo puede desaparecer todo el estrés que te generó un ser tan incompetente, vaya decepción de la existencia misma, y pasa a ser en tu vida una irrelevante casualidad tan fácil de olvidar como olvidar que en un día pierdes hasta mil cabellos. Pensar duele, bien lo dijo Hegel. Y a veces molesta. Los gestos inofensivos dan tranquilidad, sin que a uno se le mueva un pelo. Esas personas que no dejan de ser inútiles, que no dejan de ser un agobio, que no dejan de frustrar a otras personas y que no dejan de ser una concepción irrelevante, van a chocar contigo algún día. Está cañón. Qué rara es la biodiversidad en cuanto a ejemplares para azarozamente conseguir la adaptación- evolución. ¿Serán en el universo, un cálculo necesario para la existencia? ¿O quizá sólo pienso en ello sin darme cuenta de lo necesario que son para hacernos conscientes de las estupideces y errores que no debemos cometer? La entropía es necia al colocar en la realidad tales probabilidades.
Finalmente, todo esto pasa por mi cabeza en menos tiempo del que me tardo en teclearlo. Sus existencias continuarán presentes y lo más inteligente que puedes hacer es ignorar su presencia y dejarlos que continúen en tu vida, como lo haces con el pequeño bache en el pavimento de tu acera. Preocuparse por esas personas es más estúpido que tomarse el tiempo para escribir sobre lo inútiles que son para esta realidad, escribir sobre su irrelevante existencia es una sagrada pérdida de tiempo. Entonces es cuando vislumbras que el estresante encuentro con este tipo de personas no debería ser algo que te cause contradicciones, es darle la relevancia temporal que merecen, es ser consciente de que es más importante para el universo generar aquello que tiene más posibilidad de existir. Al cosmos le da lo mismo que suceda contigo o no, es tan sencillo como que el todo es caprichoso a su propia voluntad. ¡Venga ya, Dalí!

-B.A.L

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