Vice (Película): el poder detrás del poder.
Adam McKay, el genio detrás de aquella gran película llamada The big short que obtuvo el Oscar a mejor guión adaptado, es el escritor y director de esta biopic, en la cual repite colaboración con Christian Bale como protagonista y con Steve Carell en un papel secundario. En aquel entonces McKay abordó la crisis financiera del 2007 al 2010 causada por la acumulación de viviendas y la burbuja económica del sistema inmobiliario, un tema polémico, complejo, delicado y con un matiz de denuncia; en esta ocasión, con el mismo tinte, cuenta la historia del ex vicepresidente de los Estados Unidos Dick Cheney (Christian Bale), un político silencioso que acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como "segundo" al mando detrás de George W. Bush (Sam Rockwell), aunque en realidad pasó por encima de su superior en muchas oportunidades, trayendo consecuencias de gran magnitud para su país y para el resto del mundo, actuando de manera arbitraria y en muchos casos irresponsable.
En la película se habla de Dick Cheney como un fantasma, uno de esos hombres que pasa sin dejar huella o que no deja un rastro concreto que pueda seguirse. Coincidí con ello porque apenas recordaba que había sido el vicepresidente de George Bush hijo, pero por lo mismo me sorprendió saber que Cheney trabajaba en la política desde la época del ex presidente Richard Nixon. Estamos hablando de un hombre curtido en el mundo político durante décadas y cuyos actos significan no sólo un rasgo de su individualidad, sino un producto de un sistema corrompido desde su interior, al menos en parte, porque podría decirse que él nació y creció en los alrededores de la Casa Blanca. Su filosofía, su política y su relación con el poder le llevó a estar presente en momentos delicados en la historia política de los Estados Unidos: el escándalo Watergate, la presidencia interina de Ford durante la cual fue Jefe de Gabinete y la crisis del 11-S y la posterior invasión a Irak, situación de la cual se apropió ejecutando un plan que había pensado años atrás, aprovechando la oportunidad que brindaba la confusión del momento.
El hecho de que la película sea una comedia, no le resta seriedad. Estamos hablando de conflictos políticos, guerras, terrorismo, política exterior, diplomacia, temas de interés público que son tratados con respeto y objetividad, pero que el enfoque de McKay aborda muchas veces con ironía, con sarcasmo, con un incisivo humor negro, no para restarle magnitud a la tragedia, sino precisamente para denunciar el hecho de que todo esto haya ocurrido en las narices del pueblo y de los representantes de un país y que nadie haya hecho nada, ni entonces ni ahora que ya se conocen tantas jugadas sucias. Al principio pensé que el título Vice hacía referencia a algún vicio etílico (en la secuencia inicial vemos a un joven y alcoholizado Cheney) o a la ambición de poder (esta opción no queda del todo descartada), pero más concretamente alude al diminutivo de Vicepresidente, cargo que ejerció y bajo el cual influyó determinantemente en la política nacional e internacional.
La cinta llama continuamente a reflexión sobre la importancia del poder y de las personas que lo detentan. ¿Quiénes tienen el poder? ¿hasta donde alcanza ese poder? ¿sabemos a quiénes elegimos como representantes? ¿son realmente los más aptos para concentrar tal magnitud de influencia sobre nuestras vidas? preguntas que pueden ser hechas en cualquier latitud del globo, no sólo en el país en el que transcurre la historia. Lynne Cheney (Amy Adams) le dice a su hija de unos diez años de edad: "Si tienes poder, la gente siempre tratará de quitártelo". Se trata de una familia y una nación inmersa en la cultura del poder.
Uno de los puntos claves de la película son las actuaciones. La transformación de Bale para el papel de Cheney y su actuación son increíbles (ya obtuvo el Golden Globe por esta actuación), al igual que lo de Amy Adams como su esposa. Ambos son actores comprometidos con su trabajo y no decepcionan (o rara vez lo hacen). Lo de Carrell también es muy bueno, igual que lo de Sam Rockwell como Bush, aunque, en mi opinión, la nominación de este último a Mejor actor de reparto es un poco desmedida. Otro elemento destacado es el narrador que va contando la historia y cuya identidad, cuando es revelada casi al final de la cinta, constituye uno de los giros más imprevisibles de la trama. Sin embargo, a pesar de ello, del estilo de comedia que emplea McKay y de las imágenes que yuxtapone para transmitir mensajes fuertes (intercala los bombardeos en Irak con una cena tranquila en casa de los Cheney, por ejemplo) y para imprimirle más ritmo, la película es un poco lenta. Yo no diría aburrida, pero casi. Y no porque se traten situaciones y términos propios de la política o existan referencias a hechos y personajes desconocidos para nosotros, en este lado del mundo, no tan peritos en política norteamericana, es algo más. En The big short o en ese fabuloso drama judicial con Jessica Chastain Miss Sloane, se consigue que, aunque el espectador no sea un experto en la materia, disfrute la película, se involucre y sienta la intriga, la tensión de las situaciones. Y siento que Vice no consigue emular eso plenamente. No estoy diciendo que sea una mala película. No lo es. Pero es una cinta que yo no vería de nuevo, mientras que The Big Short la he visto ya cuatro veces.
El gran mérito de Vice y de McKay está en contar una historia incómoda, desconocida para la mayoría, pero cuya divulgación es de gran importancia. Esto sumado a las increíbles actuaciones de los protagonistas y un trabajo de dirección muy bueno, alcanza para un 6,5/10 y ocho nominaciones a los premios de la academia a celebrarse el próximo domingo, para esta biopic política. ¿Cuántas estatuillas se llevará esa noche? ¿obtendrá el premio a mejor guión original, tras haber conseguido el de mejor guion adaptado con The Big Short? unos días más y lo sabremos.