Istán, un vergel morisco (2/2)

Istán significa “la altura”, y por eso tampoco faltan los miradores: no deje el visitante de acercarse a cada uno de ellos. En el mismo pueblo están los 'del Peñón' y 'del Azufaifo', que, dando al norte, me permiten admirar las mejores tierras de labrantío. Más abajo, y ya fuera del pueblo, se sitúa el 'del Tajo Banderas': frente a mí se levantan, inmediatos y altivos, los picachos de Sierra Blanca. Un poco más allá se encuentran los dos miradores 'de la Herriza', situados sobre el alto promontorio que divide en horca el valle; desde allí alcanzo a ver todo: el embalse de la Concepción, Marbella y el mar al sur; por la margen derecha la Sierra Real –bermeja, arrasada por los incendios- ofrece claros signos de regeneración espontánea; a mi izquierda y por la espalda, las rocas calizas de Sierra Blanca y el urbanismo de Istán, más blanco aún.

Y es en la Herriza donde me viene a la memoria el romance:

Río Verde, río Verde,
más negro vas que la tinta.
Entre ti y Sierra Bermeja
murió gran caballería.
Mataron a Ordiales;
Sayavedra huyendo iba:
con el temor de los moros
entre un jaral se metía…

Los romances fronterizos servían para dar noticias de los sucesos de la guerra. El de Río Verde informa del desastre sufrido por un ejército de trescientos caballeros cristianos el 10 de marzo de 1448. Pedro de Ordiales y Juan de Sayavedra, alcaide de Jimena de la Frontera, comandaban una algarada por tierra de moros; cerca de Marbella fueron sorprendidos y derrotados: el primero murió y el segundo fue hecho prisionero. Hasta aquí la historia. Luego la leyenda añade el requerimiento del rey moro para que Sayavedra se convierta al islam; ante su negativa, el rey ordena matarlo:

Echó mano a su espada:
de todos se defendía;
mas como era uno solo,
allí hizo fin a su vida.

El hecho causó gran consternación entre los cristianos de Andalucía por la magnitud de la derrota y porque los dos caballeros pertenecían a insignes familias sevillanas. Se desconoce el lugar exacto en que tuvo lugar la batalla, pero al contemplar el río Verde desde la Herriza, estimo que fue gran imprudencia de los cristianos introducirse río arriba: el valle se estrecha cada vez más, y a cada paso el terreno más se arrisca; si los moros les cortaron la salida hacia el mar, no les quedaba otra alternativa que dirigirse hacia arriba, donde Istán cierra todo posible paso. Su suerte estaba echada…