Hola, mis saludos a todos, otro rato agradable por aquí ahora con la lectura del cuento de Henry Calú.
Una cosa es leer para pasar un rato, sin compromiso ni responsabilidad con lo que se lee, donde puede si se quiere dejarse de lado el texto en el caso de que no nos guste y otra la lectura detenida y atenta con la idea de participar para ayudar a crecer a quien realiza el ejercicio.
Así lo asumo, como un ejercicio de escritura donde su autor no se incomoda por las observaciones recibidas, sino todo lo contrario se alegra por los puntos de vista que quizá no ha tomado en cuenta antes, así lo expreso por si acaso en algún momento sea un texto mío el analizado.
Voy al grano, luego de la lectura detenida.
A mí me cayó bien Juan, desde el comienzo, cuando baja la voz para desacreditar al grupito de apoyo. Y pensé que el cuento iba por ese lado, mostrar lo cursi y falso que pueden ser algunos grupos terapéuticos de este tipo.
Me hizo gracia la alusión a la sirena, en la burla que hace a la mujer y me confirmó la falta de solidez del grupo que no se inmutó ante la ironía y el trato descortés de Juan, sino que siguieron como si nada en la farsa yo diría que hasta más atentos del refrigerio que de otra cosa, "Ninguno de los miembros se reía, ni expresaba palabra alguna por el comportamiento de Juan; tan solo continuaban intercambiando pláticas uno a uno".
Tampoco sabemos quién apagó la luz, no lo dice el cuento, pero se supone que están tan entretenidos en lo de ellos que no le pusieron atención a lo que Juan hiciera.
Sigo empeñada en ver que el cuento trata de satirizar el comportamiento de estos grupos de apoyo, porque se "enternecen" con un personaje que expresa poco de sí mismo, ha tratado mal a alguno de sus miembros, los aplaude con desdén, se burla de ellos en su cara y aún así salen a abrazarlo. Todo ello como un ritual mecánico.
No sé si sea posible pensar en una muerte simbólica para los grupos de apoyo y su incompetencia. Es mi humilde opinión.