Marcos tentando al destino. Crónicas de una Tiendita (Original de @cesinfenianos)

Marcos, un hombre joven caucásico, de ojos profundos y ojeras de trasnocho, llega a la tienda en busca de un regalo para su madre, al entrar me indica que el regalo tiene que ajustarse a su presupuesto.

De inmediato, comienza a buscar y preguntar por los precios de las cosas que tengo en la tienda, como para no pasarse del monto establecido, siempre iba comentando –esto se parece a mi mamá, esto ni de broma– y así fue hasta que culminó el combo de artículos que conformaron el regalo.

Luego de cancelar, mira con detenimiento un labial rojo y exclama en voz alta –¡eso se parece a mi madre! ¿cómo no lo había visto?– me pregunta el precio y lo incorpora al resto de los productos. Solo le quedaba pagar el labial, y el punto de ventas no tenía conexión con el banco para cancelar con tarjeta. –Que broma– me dice, –bueno esperemos un rato a ver si pasa, ese labial tiene que ser de mi mamá–.

–Qué cosas locas, acabamos de pasar la tarjeta hace menos de un minuto y ahora no pasa–, me dice; yo le respondo, –esas son las comunicaciones que últimamente no andan muy bien, me pasa a cada rato, pero por ahí dicen “el tiempo de Dios es perfecto”–.

Marcos me comenta, –hablado del tiempo de Dios, déjame contarte esto que me pasó. Mi hermana se casó hace muy poco, con el novio que tenía desde hace un tiempo. En los preparativos le dije que yo le regalaba la sesión de fotos, porque tengo un amigo fotógrafo. Ella se mostró súper agradecida, es que es mi hermanita, es dulce, linda se merece eso y mucho más y si hubiera podido pagar todo, lo hubiera pagado.

Justo el día de su boda, yo como siempre corriendo sobre la hora, luego de prepararme y vestirme para la ocasión, me voy rápidamente al transporte público subterráneo, y estoy esperando el tren y nada que llega, buen creo que por lo ansioso me daba la impresión que el tiempo pasaba muy rápido, solo las personas como yo que hacen las cosas a última hora lo pueden entender.
Al llegar el tren lo aborde, eran solo cuatro estaciones, a un promedio de tres minutos por estación en 12 minutos estaría en mi destino; donde me encontraría con Gerardo el fotógrafo para ir juntos a la recepción, él es un hombre de lentes, alto, blanco igual de flaco que yo, pero perdido no sabe llegar a ningún sitio, por eso teníamos que ir juntos. Logro sentarme en un asiento y justo al frente de mí hay una chica, blanca de ojos claros y muy linda, al verla mis ojos se clavaron en su mirada, trataba de no ser invasivo o descortés.

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En el trayecto a la siguiente estación noté que ella me miraba, así que le sonreí como para ver su reacción, ella se sonríe conmigo y entre miradas y sonrisas pasaron los 12 minutos. Como me tocaba bajarme del tren me levanté y me acerqué a la puerta, que casualidad ella también se bajaba. No puedo creerlo, hasta subimos por las escaleras juntos y al llegar a la salida tuvimos que separarnos, en ese momento que no aguanté y le dije, si no fuera la boda de mi hermana te hubiera invitado un café, ella sonríe se da la vuelta y se pierde entre las personas que iban por esa puerta, yo seguí mi trayecto para encontrarme con Gerardo.

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Al mes, me invitan unos amigos a una fiesta donde tomamos y bailamos toda la noche, al culminar, un grupo teníamos que caminar en busca de un taxi, llegamos al sitio donde tomaríamos el carro y justo en la parada, observo y eran los ojos de la chica que conocí en el subterráneo, ¿será el licor que me traiciona? No, era ella, al verla le pregunté ¿puedes darme tu teléfono? no puedo dejar pasar esta oportunidad, la chica sin dudar me da el número telefónico, lo anoto y me dice mi nombre es Diana. Al llegar a casa ya amanecía me acuesto a dormir y no supe más de mí hasta la noche, que fue cuando me levanté me bañé y comí. Tomo el celular e intento buscar el número, no recuerdo cómo se llamaba tengo más de tres mil contactos anotados, no daba con el nombre, bueno no era para mí.

Semanas más tarde, caminando cerca de mi casa la vuelvo a encontrar, ¿tú puedes creer esto? Me dice y sigue el relato, ella no me vio y salgo corriendo hacia la chica, al verme se asusta, porque yo venía rápido, le digo no vale soy yo perdí tu teléfono (fue lo que pude decirle) por favor tomate un café conmigo, el que te debo desde que nos conocimos en el Metro, no puedo tentar nuevamente al destino, vamos. Diana aceptó y nos tomamos el café–.

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Fue en ese momento, luego de escuchar todo el relato, que lo interrumpo y le pregunto ¿ese cuento es verdad?, él juntando sus dedos en forma de cruz se los lleva a la boca, los besa y me dice, –te lo juro y te lo conté porque hablamos del TIEMPO DE DIOS y de que es perfecto lo es–. Finalmente, pagó el labial y se retiró. Estoy a la espera de que pase nuevamente Marcos por la tienda a ver cómo va la historia.

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