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Por encima de lagunas, por las alturas del manto de la naturaleza, como la realidad de los bosques y montañas, libero mi mente luego de beber el cáliz de la tranquilidad, donde navego sin frontera de nuestra esfera estrellada.
Abro mi mente donde siento esa libertad, donde nadie me puede dañar, solo mis escudo florece de mi imaginación externa, como un nadador que se entrega al mar si esperanza, lleno de una fustigación de un inmenso abismo, con viril fruición de perdida de lo racional o de la simplicidad de la vida.
Suspiro de mi aliento sobre el vuelo encaminado sobre el mar del desierto, de una soledad absoluta ambigua, pero será un viaje puro y divino como el licor de las uvas purificador de penas, que al mismo modo da ese sutil calor emergente del fuego que se desvanece en espacio.
Elévate hasta cuyo peso te lleve al existencial de la felicidad, con la ayuda de las alas más fuerte nadie te derriba en campo más luminoso.
Mi vista puesta en el horizonte, me inmortaliza un lienzo de pensamientos, que se dispersa en el viento con cantos por encima de la vida y comprende de la armonía de vida de las flores sin sonido que perturbé la existencia divina y sin voz que lo corrompa.