La ideologías encontraron en Lampedusa un teórico espléndidosteemCreated with Sketch.

in #spanish7 years ago (edited)

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Un hombre languidecido frente al espejo, abrogado, macilento, fluctuando entre la mueca y la baba: no se está viendo reflejado en el espejo; es una representación burda del nirvana: no puede reflejarse en nada. Frangido en sí mismo. Este hombre cuarteado, reflejo del hastío, postrado en un cansancio lánguidamente salvaje, es una carne caleidoscópica de la ideología, no importa cuál. Toda ideología es la licitación subrogativa que se ofrece para, a modo doctrinal, desplazar a la ética y la moral, por esto el cansancio ¿Se imaginan ustedes el ardor y el dolor, paseándose furtivamente, sin que los veamos, en todas las articulaciones, huesos, órganos, producto del esfuerzo inhumano que se realiza en empujar dos navíos, cada uno del tamaño de Moby Dick, como lo son la ética y la moral, de la conciencia humana?

Cualquiera que se disponga abrazar una doctrina o corriente ideológica, deberá ver en ella, a cambio de nada, su propia vida, traslaticiamente. Para los hacedores y teóricos ideológicos de gran escala, siempre podemos ser héroes por un día. Qué más perverso que utilizar uno de los mantras de David Bowie. ”You can be a hero, just for one day… Forever and ever”. Por cierto, es una lucha reñida entre los ideologistas y Michael, el personaje principal de “Perks of being a wallflower”. Cada uno, dentro de sus líneas, nos conducen a esa frase, la diferencia es que Michael lo hace remitiendo directamente a la genialidad de Bowie para elevarse frente a las vicisitudes de la introversión, y los otros, lo hacen remitiendo a una desconexión plausible y apoteósica del mundo material y nefasto en que se vive, un Nirvana, en pocas palabras.

Primero como cansancio, luego como ideología: cuando advertimos el detrimento existencial, las horas como témpanos, diseccionándonos cual bisturí, emprendemos el viaje que nos desuna de la madre de todas nuestras desgracias, que nos desuna del mundo en sí mismo. Ideológicamente, esto es posible. Bien se aprende de Schopenhauer “El mundo es representación”. El mundo es una idea, cualquiera que nosotros tengamos. O que nos hagan tener. Ideas, no obstante, que no son más que logomaquias la mayoría de las veces. Discursos análogos a ladridos de desesperados canes, pura mescolanza de sonidos varios, a veces, hasta mistificados.

La ceguera de ciertos hombres es tal, que el mundo se les presenta como un gran acceso de patologías. Si el universo es una enfermedad, nosotros no somos sus patólogos: somos los síntomas. Ideológicamente, esto es imposible. Pues claro, el sujeto no tiene nada que ver con el verbo, según ellos. Es la dialéctica de ciertos síntomas: pugnar para que el indicio que de ellos emana, sea el único. El gatopardismo ideológico: más allá de interpretar la naturaleza, transformarla. Sólo así se transforma el mundo, transformando al hombre, sin cambiar ellos su naturaleza propia. Cambiarlo todo para que ellos se mantengan iguales. El ideólogo primigenio es la serpiente: cambió todo el paraíso, para que ella misma se mantuviera igual por los siglos de los siglos: ejerciendo la sempiterna dominancia terrenal. Nosotros, ofiolátricos tanto o más que Eva.

El cambio que engrosan las ideologías es uno muy particular, es lampedusiano. Pero un Lampedusa más que cínico. Porque lo cambia todo, no para que todo siga igual. Lo cambia todo, para que ellos sigan igual. El Lampedusa platónicamente demiúrgico: aquél que se compadece de la materia y copia en ella la idea que de ellos nace, obteniendo con ello la realidad de la materia; profusamente yermática. Así, como escribió Platón, se diferencia el «mundo de las ideas», el mundo perfecto (El mundo ideológico dentro de este contexto), y el mundo material, el imperfecto, el cual es una copia del mundo perfecto. Y como toda copia, se eleva como una representación en la que no se traducen a cabalidad las formas de la perfección, de la ideología. Por eso, el marxismo-comunista es perfecto, el problema son sus predicadores, los cuales, se renuevan cada tanto, con el fin de concretar en algún momento el calcado de la perfección ¡Que porquería!.

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Amigo, que profundo tu post (lo leí muy lento y un par de veces).
Cuando advertimos el detrimento existencial, las horas como témpanos, diseccionándonos cual bisturí, emprendemos el viaje que nos desuna de la madre de todas nuestras desgracias, que nos desuna del mundo en sí mismo
Gracias por compartir !te felicito!
Un gran abrazo @cavilacion

Hola, suegris. Gracias por leer. Saludos y abrazos a la negra

En verdad es un gran ensayo.estoy de acuerdo en que si somos los sintomas del mundo hay muchas cosas imperfectas que no parece que cambiaran .

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