Democracia excesiva: si no votas, no existes

in #spanish7 years ago

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Se tiene por democracia un gobierno de la mayoría. El derecho al sufragio ejercido a través del voto es el mecanismo que auspicia la funcionalidad un gobierno de la mayoría, pues, la legitimidad parece ser siempre, de incondicionalmente, una cosa de números. Las campañas electorales en Venezuela, las ocurridas recientemente, las elecciones que determinarían a cada entidad regional, un gobierno. Una de las propagandas electorales del partido opositor llamó poderosamente mi voluntad para disentir: “Si no votas, no existes”. Es decir, aquellos ciudadanos que no ejercieran el voto, se anularían sin demoras del plano existente, pero ¿Eso puede considerarse una propaganda contraoficialista? O preferentemente ¿Una propaganda electoral contra el pensamiento individual? Hubo miles de ciudadanos consternados, en esta ocasión, más por la condena que por la coyuntura actual. Se podían oír cosas como ”Es que si no salgo a votar, no quiero a mi patria”, ”Hay que seguir demostrando que somos mayoría, no importa cuánto más”, ”El voto es la única arma de nosotros, los demócratas”, entre otras perogrulladas.

Pero esto es lo que tenemos: la democracia hace metástasis a través del sufragio ejercido por medio del voto, independientemente de si es una democracia verdadera o una democracia de mentira. ¿Cuál es la coyuntura actual? Un Estado fallido que se consumó por la implantación de una asamblea nacional constituyente; poder originario, natural, supralegal, supraconstitucional, supratodo. La implementación de este poder surgió en el marco de una serie de protestas que se venían desarrollando unos treinta días antes del anuncio “gubernamental”. En consecuencia, dado ya ciertos antecedentes definitorios para la rebelión ciudadana que existía, se invocaron ciertos artículos de la constitución; el 333 y 350, que son la significación de que, tras hacerse sustantiva la disidencia hacia un sistema, tal sistema es desconocido y se genera un vacío de poder que debe ser llenado cuanto antes, pues los que siguen ocupando materialmente un puesto dejaron de ser alguien frente a la mirada ciudadana. Una vez realizada la pseudoelección excesivamente democrática realizada por aquellos que ejercieron el sufragio a través del voto, las máquinas dispararon un número y esa cifra fue la representación de una mayoría. Pero, bien se supo ya que los números fueron insuflados de tal forma, que se trató del mayor fraude jamás documentado en la historia occidental, según expertos. Pero esto no era un problema para la insurgencia: los desconocimos, por tanto, habían dejado de existir como autoridad.

Tras el esfuerzo invertido y las vidas que se estrellaron con una vorágine de pólvora, la insurgencia declarada por los partidos que decían representar una ciudadanía en la gesta de su segunda independencia, resultó ser un sofisma; un sofisma de los políticos, mas no de la ciudadanía. Todo se evaporó. Literalmente. Y sobrevino una tormenta fuera de los pronósticos que auguraban los insurgentes: elecciones regionales con posterior participación de los que, supuestamente, nos acompañarían hasta lograr la libertad. Los resultados ya los conocemos y, dicho sea de paso, resultados que reconocieron los demócratas de mentira. Demócratas de mentira que recién se han juramentado ante ese poder espurio que no sólo la ciudadanía desconoció sino que el mundo también desconoció.

“Si no votas, no existes” decía esa propaganda electoral. Y en efecto, debería alegrarnos no existir en un Estado fallido, que tiene como patas de palo una democracia de mentira, perpetuada por el escarnio de nefandos de porquería. No existimos en esa burda representación porque somos parte de la verdad, no de la mentira que seduce con dádivas en forma de bolsas de comida o fajas de dólares.

Esta democracia ha sido demasiada democracia y las mayorías acabaremos con ella. Lo que me lleva a plantar esta pregunta poderosamente maniquea y mortalmente paradójica: ¿Estás del lado de la democracia o del lado de la gente

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Qué buena pregunta, la del final. Se nos llena la boca, en ocasiones, de grandes palabras, pero el único objetivo que debería tener un gobierno es hacer feliz a la gente. Con las palabras nos engañan, con sus mensajes nos equivocan, todo está en Orwell y su 1984. No votar es una opción tan respetable como cualquier otra, más, incluso, si la votación es una pantomima. Algún día las mayorías tomaremos las riendas de nuestras vidas. Abrazos a toda la gente de bien de ese hermoso y poco afortunado país.

Ciertamente, @susiunderground. De hecho, cuando se hace sustantiva la anomia dentro de cualquier sociedad, es perfectamente cognoscible y palpable que, dentro de los instrumentos de la democracia para sustentarse, se reproduzca la abyección, la bajeza y la insidia, de forma inconsciente, como diría Lacan. Besos.

Buenas tardes @cavilación
Tristemente acabamos por corromper todo aquello que a priori debería ser bueno; vivimos en el mundo que nosotros mismos fabricamos, ya sea con nuestras acciones o con las omisiones de éstas.
Hay que cambiar entre todos las cosas a mejor, sin duda.

Buenas madrugadas por aquí @don.quijote Sí, supongo que nunca cambiará el hecho de que todo tiende a torcerse en manos del hombre. Afortunadamente no todos los hombres son abyectos y lo que por unos se tuerce, en otros se endereza. Eso creo que es una ganancia. Abrazos para ti.

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