En el capítulo anterior

"El verdadero aprendizaje sobre un país o una ciudad no esta en sus museos. Al final, esos solo son negocios. El aprendizaje esta en las calles, hablando con la gente del país, interactuando, no metiéndote en tu burbuja. Y la burbuja pueden ser muchas cosas. Puede ser ir solo de museo en museo, aunque no esta mal y de hecho se puede aprender mucho, hay que equilibrar. Pero también puede ser ir a Amsterdam para drogarte todo el día, pasarte el tiempo tomando fotos solo porque si, a la nada, como los asiáticos, o de fiesta en fiesta. Las burbujas se viven en los viajes y en el viaje de la vida."

El miércoles fue mi último día completo en Amsterdam. El jueves en la mañana volvería a mi realidad en Lille, ciudad en la que ya no me sentía a gusto y de la cual terminé huyendo (pero de eso hablaré en otro post).

Este día fue mucho más tranquilo que el anterior. Para despedirme de Amsterdam y de mi bicicleta, me fui a pasear alrededor de la estación central, que está rodeada de agua.

El conservatorio de música, cerca de la estación central.

Una bonita vista.

El instituto NEMO, y creo que detrás se encuentra el museo naval, no estoy segura.

Como parece que en Paris han prohibido a las parejas poner sus candados, han venido a hacerlo aquí (tampoco que es que quede mucho sitio en Paris la verdad)

Después de este tranquilo paseo, me fui a devolver la bicicleta. Se sentía tan extraño tener que caminar por la ciudad, después de haber sentido la libertad de las dos ruedas (excepto cuando tienes que cruzar los puentes, que tienen forma de colina, y solo los holandeses los cruzan como si no fuera difícil).

Volví una vez más al Dam square, donde debía encontrarme con mi amigo Gerard (sí, el de los caballos) con quien había quedado para que me muestre la otra cara de la ciudad.

En efecto, salir del centro histórico de Amsterdam fue como salir de una matrix. Fuera de Amsterdam, las ciudades son ciudades normales, casi sin canales, con un número increíblemente bajo en bicicletas (aunque igual hay ciclovías y si te vas a otras grandes ciudades como Utrecht o La Haya si que hay muchas bicis) y sobretodo muy, muy tranquilo y silencioso, lo cual fue un gran alivio.

Luego de comer, Gerard me llevó a ver la vida cotidiana de sus caballos. Sé que mucha gente cree que las atracciones de carrozas para turistas son una mafia que maltrata a los caballos y ciertamente puede ser cierto para muchos lugares, pero definitivamente no en Holanda y no con Gerard.

¿Por qué? Porque Holanda es uno de los países más adelantados en cuanto a este tema. Ellos lograron reducir al 0% la cifra de animales callejeros, sin recurrir al sacrificio. Impusieron leyes estrictas (que sí se cumplen) y altas multas para la gentusa que maltrate animales, hicieron un impuesto alto para la gente que compre animales de raza, y facilitaron las adopciones de perros y gatos sin hogar. Por ende, los holandeses tienen mucha conciencia del valor de los animales, al menos los domésticos, ya que a nivel de producción de queso y leche quizás no podemos decir lo mismo... Pero en resumen tratan bien a los animales, y Gerard es particularmente cuidadoso con sus caballos. Miren las fotos:

Estos son otros caballos, que conviven con los de Gerard.

Estos si son los caballos de Gerard, pero hay que decir que un año después se mudaron a un sitio incluso mejor que este.

Después de dar de comer a los caballos, nos fuimos a la mal llamada playa de Amsterdam. Me dijo Gerard que la llaman de ese modo para los turistas, ya que el verdadero nombre es muy complicado. Realmente Amsterdam parece no tener playa, la playa a la que va la gente creyendo que es la de Amsterdam pertenece a otra ciudad.

Después de despedirme de Gerard, terminé mi periplo yendo al museo de Body Worlds. Este sí que me gustó, aunque algo creepy ya que son verdaderas personas disecadas y entregadas al museo como objetivo educativo (dicen que las personas en cuestión habían accedido a donar sus cuerpos antes de morir pero, who knows?

Al día siguiente, muy a pesar mío, me tocaba volver a Lille. Me levanté temprano por lo que tuve tiempo de hacer mi maleta, hacer el check out, comprar algo de comida y también algo para el resfriado porque no me sentía muy bien, y a las 10 am estaba en el autobus de regreso a Francia.

Aunque tuve que volver, no sería para siempre. Este viaje me inspiró a tomar una serie de decisiones que me sacarían de la vida insatisfactoria que tenía en Francia, y me empujó hacia un segundo viaje que cambiaría mi vida para siempre. Pero eso hace parte de otra historia.

FIN