El pez nómada

La fría corriente le arrastraba hacia un futuro incierto. No podía nadar ni salir, solo dejarse llevar. Por primera vez en su vida se sintió atrapado. ¿Qué va a pasar conmigo ahora? La corriente, cada vez más y más fuerte, lo arrastraba. ¿sería acaso uno de esos artilugios humanos que succionan en el agua y arrastran consigo todo lo que pase por su camino? Peces, algas, corales, sirva o no sirva, todo sería desgarrado, y posiblemente descartado, devuelto al mar bajo la forma de pobres despojos de cadáveres.

Pero el pez es nómada, el pez es libre. Todo en el mar huele a libertad. La esclavitud es un estado mental creado en la tierra. Quien haya vivido en contacto con el mar lo sabe. Podemos usar nuestra mente para encontrar libertad, o podemos hacerla nuestra prisión.

¡Y el pez nómada quería vivir! Aún no había tenido tiempo de crecer lo suficiente para dejar descendencia, para vivir el ciclo natural de su vida, y ya le estaban arrancando de su hogar...

De repente, justo cuando divisaba la boca negra del monstruo succionador, la corriente cesó. La boca del monstruo se cerró en el preciso momento en que el pobre pez estaba a punto de ser arrastrado hacia la muerte. El pez estaba vivo, seguía en el mar.

Poco a poco, las aguas marinas recobraron su vaivén natural. El pez podía nadar de nuevo, con toda la velocidad de sus aletas, buscando un camino hacia un mar más tranquilo.