Muchas mujeres suben a las redes el llamado “relato de parto”, este post será algo así, con la diferencia que no fue un parto sino una cesárea y aquí va, espero lo disfrutes.

“Vamos a programar la cesárea” es una frase que a muchas madres les genera gran cantidad de dudas y miedos, sobre todo por eso que muchas personas piensan, si eso de “si no pares no eres mujer”, “toda mujer debe parir” o “no seas cobarde, pare a tu muchacho”, pero como muchas madres a mi me toco cesárea, no por cobardía ni mucho menos, sino por dos grandes razones:

1. Recomendación médica: seguro muchos pensaran a este punto “claro, al médico le conviene cobrar más por una cesárea”, pero noooo, la verdad es que la diferencia entre el presupuesto de parto y el de cesárea no era mucha, entonces la razón numero 1 se resume en que mi bebé era “demasiado grande para mi pelvis”, ¿Por qué lo coloco así?, porque ese fue nuestro pensamiento, por un lado mi bebé en las ecografías sus medidas siempre estaban por encima del promedio y por el otro Mau mide 1,92 mts y yo 1,55 mts, todo esto nos hizo pensar que Ian Alejandro sería demasiado grande al momento del parto y esto podría traernos complicaciones.

2. Situación país: sucede que en la clínica donde me controle el embarazo no contaban con personal médico completo las 24 horas del día, porque como muchas otras clínicas ya no se cuenta con la misma cantidad de personal, la seguridad es fatal o siendo una clínica pequeña no les es rentable pagarle a un grupo de médicos y de enfermería por una guardia a la que probablemente no llegaría nadie a quien atender; por todo esto sería una verdadera odisea atenderme si las contracciones se me presentaban de noche o en fin de semana. Eso es todo, por esas razones tomamos la decisión de programar una cesárea y apoyándonos en que yo no le tengo miedo a las operaciones le dimos play al asunto.

Llegó el GRAN DÍA, el 2 de octubre, el maravilloso día en el que por fin tendríamos a Ian Alejandro con nosotros (aunque llevaba ya 9 meses presente, jeje), nos despertamos muy temprano, la cesárea fue programada para las 9am, por lo que debíamos estar en la clínica a las 8am para que pudieran prepararme. Levantarme temprano fue lo de menos, mi hermana @rosmy me maquilló como nos recomendó la neonatóloga “para salir hermosa en las fotos”, el reto para mí fue que debía estar en ayuna, lo que me obligo a no ingerir ningún alimento desde las 6pm del día anterior y como es de imaginar yo moría del hambre.

Salimos de la casa con todo listo, las sonrisas en nuestros rostros eran únicas, al llegar a la clínica nos recibieron, llenamos unas planillas y esperamos esperamos esperamos. Por fin nos subieron a la habitación, ya eran más o menos las 10am, llegaron mis suegros, con comida para mi mamá y Mau. Los doctores y enfermeras entraban y salían, haciéndole bromas a Mau acerca de que muchos padres se desmayan al ver la operación.

Llego la enfermera a eso de las 10:40am, para prepararme con “el disfraz de operación”, una vez vestida o mejor dicho desvestida todo fue mucho más rápido, llego la silla de ruedas, salimos de la habitación y en el pasillo estaban los doctores y la familia, nos tomaron algunas fotos y listo a pabellón, el frío resultaba algo desagradable. El anestesiólogo más carismático del mundo procedió a colocarme la anestesia y una vía especial en la columna que me ayudaría a no tener dolor en la recuperación, colocó música para que estuviera cómoda, una vez acostada sobre la mesa de operación y con la anestesia haciendo efecto, inicio la preparación, antes de darme cuenta ya estaba hecha la incisión y los doctores estaban trabajando, yo solo podía pensar en que no habían hecho pasar a Mau aún, al parecer lo notaron y entró a la sala, vestido con su propio disfraz de médico.

Y ocurrió, los doctores se movían con una sincronía increíble al ritmo de las canciones de Il Divo, Mau observaba todo y apenas logró sacar el celular a tiempo para tomar fotos de cuando sacaron a Ian, nación a las 11:12 am, como dicen aquí “enmantillado” lo cual significa suerte, recuerdo escuchar a todos los presentes decir “es puro papá” y lo sacaron de la sala, escuchamos el primer llanto de Ian, un llanto muy potente y claro, regreso la neonatóloga con nuestro bebé en brazos, lo colocaron cerca de mi rostro y pude sentir por primera vez el contacto piel con piel con mi tan esperado Ian Alejandro, le di un beso en su cálida mejilla y nos tomaron fotos hermosas a los tres, seguidamente lo llevaron al retén para los procedimientos de rutina y sacaron a Mau de quirofano.

La cesárea termino tan rápido como inicio, al darme cuenta ya habían cerrado y las enfermeras me movían a una camilla para llevarme a la habitación, donde me esperaba la familia con sonrisas de alegría porque ya habían visto a Ian en el retén. A los pocos minutos lo trajeron a la habitación y pude admirar con mayor detenimiento la belleza a su máxima expresión, el bebé más hermoso del mundo me devolvía la mirada desde un moisés con paredes de acrílico, Mau y yo no paramos de observarlo, era nuestro bello bebé recién nacido.

Y así termina este “relato de parto/cesárea” que sin duda se hizo largo, pronto volveremos con un post sobre la recuperación y los primeros días en casa.