UN OFICIO MUY RARO
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Los pueblos con su simplicidad en ver la vida, gentiles, amables, espontáneos, hasta de su sombra se espantaban, no nos había arropado la tecnología, ahora la persiguen a ver quién es.
Cuenta mi bellísima, querida y bien amada tía Senovia, que el boticario del pueblo era como una especie de torero, capoteaba a todo el que iba a la botica a contarle algo. Servía pata una buena plática y, por supuesto, el sabio consejo requerido en ese momento.
Un día llegó Pilo, la mujer de su primo, muy angustiada ella. Era capaz de levantarse los justanes y no se daría cuenta del hecho. El señor boticario trata de calmarla un poco, le da hasta agüita con valeriana y la interpela:
Bueno, mujer ¿Qué le acongoja a su noble alma?
¡Ay, Tulio, que ese muchacho ahora y que va a estudiar un oficio muy raro para él! ¡En vez de ser normal! - ¡No, chica, gracias a Dios, que llegue a Bachiller aunque sea!
NOTA: Este relato lo publiqué previamente en mi blog http://lavalijadeneycar.blogspot.com/ con este link:
http://lavalijadeneycar.blogspot.com/2020/02/un-oficio-muy-raro.html