Entre historias Ed y Any // Orgullo y perdida.

Todo lo que Any venía sintiendo desde varios días atras se encerraba en una palabra “Orgullo” el cual le impedía hablar, moverse, avanzar, perdonar, el mismo le había robado la tranquilidad, y le sorprendía de forma continua, seguido de una cascada de reproches hacia ella misma. Aun recordaba el día que Ed le había pedido no verse más.

“¿Que piensas Ed? ¿Que voy andar detrás de ti como tus “amiguitas”? ó ¿Que me voy a sentar a llorarte?... ¡No! Te equivocas de nuevo conmigo, si es cierto que me da rabia, porque pensé torpemente que la amistad que teníamos era algo importante, y que no era cualquier cosa como para desecharla a la primera, “¿Que no te llame y no te busque?” ¿Eso es lo quieres? Pues eso haré”.

“Refunfuñaba Any, mientras se alistaba para salir. El cielo estaba cargado, pero era generoso, dejando caer a penas una ligera brizna, suficiente para ahuyentar al resto de las personas que se mantenían resguardadas en sus casas, pero no a ella.

“Era el décimo intento que hacía encontrando la misma respuesta. Nadie contestaba el teléfono, desconcertado tomó su chaqueta y salió del coche, la lluvia seguía ligera y por momentos parecía arreciar con el viento, se dirigió lentamente hacia el portal, ansiando al menos ver su sombra tras la ventana.

“-Any…- dijo Ed en un susurro, sin percatarse del tiempo, pensó en insistir y tocar su puerta, pero la conocía, tan bien como ella a él, y tenía la certeza de que no lo recibiría, que estaría enfadada, una sonrisa apenas si se dibujo, recordando el rostro de ella cuando la hacía rabiar, le gustaba.

““No volveré a llamarte, para acercarme a ti, ni vendré a buscarte aquí, eso no funcionará, apareceré de nuevo en tu vida así como así… sin tontos mensajes, ni inútiles llamadas”.

“Meditaba abordando su auto para emprender el viaje de vuelta a su casa. Aun no terminaba por reconocer el motivo que lo empujaba a buscarla, era como una necesidad, de su presencia, de saberla cerca, de escuchar su voz, su risa, su ironía, de todo eso había quedado impregnado en su ser y el saber que cada hora, cada día se diluía le provocaba cierta ansiedad y desasosiego desde el día que le pidió no verse más, ese sentimiento que hacia pocas horas había identificado como perdida.