Logos meme

in #spanish6 years ago

¿Cómo es Jaimito?

Cuando estaba pequeño e iba al colegio me preguntaba constantemente cómo era Jaimito. Escuchaba sobre sus aventuras y desventuras a diario. En mi salón, en el recreo, e inclusive en boca de otros estudiantes mayores. Solo existía alguien más que vivía asimismo tales situaciones humorísticamente increíbles, Manolo. Pero Manolo estaba situado geográficamente, siempre acompañado de su existencia gallega. ¿Cómo era Jaimito? ¿era blanco como María Joaquina o negrito como Cirilo?

Por un momento Jaimito encarnaba al humor del venezolano, una voz que muchos tomaban manteniendo una distancia prudencial. Jaimito desobedecía al lenguaje, la moral y las reglas “de los adultos”, quién lo evocaba, oralmente, fungía como cómplice en la transgresión, nunca como protagonista. Con la llegada al nuevo siglo.la imagen tomó un papel central en la constitución de la vida cotidiana y la función humorística - transgresora que cumplía Jaimito consiguió otra presentación, una más adecuada al incremento de los dispositivos electrónicos portátiles, el meme. La proliferación de imágenes en la actualidad suscita la cuestión en torno a la interpretación, cada día nos vemos arrollados por una avalancha donde cada imagen persigue constituirse como la parte real del acontecer total.

Desde la fachada del humor el meme permite expresar una opinión de una manera aparentemente segura. A través del chiste es posible acceder a la razón, al deber y a la proyección, mientras el interés principal apunta a suscitar la risa, consigo viaja información valiosa tanto de quien lo comparte, de quienes los crean y sobre el mundo que todos habitamos. Desde esta posición, el meme es un instrumento mediante el cual construimos sentido al acontecer, una imagen que nos interpela y que se nutre principalmente de lo popularmente conocido.

Un aspecto fundamental del meme es su cualidad contextual. El meme expresa la multidimensionalidad de los actos comunicativos, si bien para algunos es un artefacto, es uno con el cual nos conectamos constantemente con la otredad, con la infinitud de las posibilidades. En la infinitud es posible obtener reconocimiento: a veces compartimos memes porque en ellos vemos representado alguna parte de nuestra vida y la respuesta de la audiencia a nuestro contenido compartido teje un nosotros así como un no estoy solo en el tránsito por la existencia. El meme no sólo son risas inmediatas, aprendemos y aprehendemos al mundo en su constante fluir.

El meme parte de una narrativa particular así como de un contexto histórico sin perder su potencia interpretativa. Un contenido generado en Japón puede ser reconfigurado para apuntar a otra dirección en Suramérica (El caso del meme “Vamo a calmarno” constituído desde un personaje de la serie animada Pokemon). La potencia metafórica de la imagen permite su incesante recomposición, un meme no necesita un gran esfuerzo técnico para su realización lo cual evidencia su poder frente a otras formas comunicativas actuales. Tanto los insumos para su creación como su distribución se encuentran en la red, cada meme es un screenshot cultural, uno que, como las historias de snapchat, está condenado a desaparecer a la brevedad en el infinito de las historias digitales.

El meme es la moneda de cambio actual en las transacciones conversacionales del siglo XXI, ubicándose entre el texto y la cultura avasallante del emoticon. Hay un meme para cada ocasión, desde los más especializados en relación a su contenido como los más populares por su cualidad viral. Oscilando entre ambos extremos la palabra escrita pierde la supremacía en el constante intercambio de información cotidiana. El mundo actual demanda rapidez, y el meme consigue cumplir eficazmente la función comunicativa por su practicidad, un “¿Cómo amaneciste?” puede responderse sin usar una letra de por medio.

Es preciso señalar como con el meme la interpretación adquiere una dimensión activa. Desde su producción el meme acontece más allá de una mera contemplación, al existir transforma al mundo, creando un nexo común con la audiencia que lo recibe y lo comparte. El poder transformativo del meme puede percibirse con mayor claridad en ciertas investigaciones periodísticas en torno al asunto (véase artículos de The Guardian o The New York Times). En el caso venezolano, el psiquiatra Ángel Riera sitúa y define al meme dentro del contexto de la “guerra de sexta generación”; concibe la replicación y viralización como una deformación de la realidad. Desde esta posición, el meme es reducido a un médium más para la guerra, una herramienta que existe para crear confusión y descrédito con fines casi exclusivamente políticos estadales. Al convertirse en un medio para la difamación y la mentira, el estado supuestamente debe adoptar una postura protectora, lo cual lleva a formular regulaciones para este tipo de “contenidos”.

Otras investigaciones lo determinan en una faceta más individual funcional. El meme es una fachada para hacer público una serie de trastornos mentales los cuales, coincidencialmente, evocan las ruinas del sueño moderno. Esta última postura comprende al humor en una relación con el nihilismo: el meme es la voz de la juventud desencantada. Desde la orilla patológica, lo que es conocido en la red como shitposting, expresa como el meme se convierte en el alfabeto emocional de muchos usuarios, quienes de tanto andar a caballo, han olvidado posiblemente como andar a pie: Socialmente comparten su incapacidad para relacionarse con la otredad, no obstante, revelan partes valiosas íntimas de su sí mismo que no compartirían en una relación cara a cara.

Ambas posiciones ocurren como tematizaciones que circunscriben al meme como un problema social. Aquí justamente regresamos a Jaimito, el transgresor de la juventud del siglo XX. El humor de Jaimito amplifica un asunto moral así como una dimensión social que usualmente no quiere ser atendida. Jaimito formula un problema el cual desde una postura “seria”, tomaría quizás no sólo más tiempo para su formación argumental y su presentación formal, sino también en su aprehensión por parte de la audiencia. Jaimito, cual Apolo, dispara certeramente sus flechas. Esperando la risa casual podemos descubrir fragmentos de un mundo común que no conseguían un pronunciamiento tan eficaz.

Jaimito ilumina fragmentos de la sociedad que permanecen constantemente en la oscuridad. En esta medida, su actualización, el meme, expresa su peligrosidad. Al suscitar la risa expresamos consigo una valoración moral, la cual muchas veces emanamos sin nuestro consentimiento plenamente racional. La risa nos deja desnudos y vulnerables, arroja más información de la que quizás inicialmente queríamos compartir. La desnudez moral implica la superficialidad en la cual muchos viven su vida. El temor al meme acontece en tal supuesto, algunos denigran la cultura del meme como una “cultura juvenil” porque asumen la seriedad como una parte esencial de la adultez, y los adultos se ríen sólo de las cosas moralmente aceptadas.

Es asimismo notable la necesidad de asignarle una única dimensión al asunto dentro de las investigaciones periodísticas en torno al meme. Tanto la dimensión originaria, la posición arqueológica del primer meme, así como la dimensión funcional, la que estipula que existen para un amo / comunidad, manifiestan el temor a la diversidad propia del artefacto. La metáfora, antigua enemiga de la verdad encuentra en el meme un poderoso aliado. Heidegger mencionaba como la existencia auténtica era la del poeta, quien no se conformaba con la unidimensionalidad en manos de la lógica proposicional. El meme es un constante re enmarcamiento de la existencia, un encuadre inesperado así como, algunas veces, justo.

De tal manera, el meme puede concebirse más cercano a la posibilidad de la forma que a la determinación exclusiva del contenido. El meme es un logos del siglo XXI, comprendiendo al logos como lenguaje, más allá de su faceta de la razón moderna. Como lenguaje es multimodal, no se circunscribe exclusivamente a la dimensión política o psicológica. Es más que un artefacto, si bien es usado de forma instrumental, no es una cosa en sí, expresa la infinitud del sentido que se teje desde la condición humana. Creamos y recreamos al mundo a través del logos meme, lo reencantamos y lo extendemos desde lo popular. La cosificación del meme responde a la conciencia verificativa o epistémica hegemónica. Todo meme transmite información, no obstante, su cualidad de logos lo acerca más a la posición del des-cubrimiento.

A través de su uso nos encontramos con la verdad, nos comprendemos desde nuevas aproximaciones a lo cotidiano. Su eficacia narrativa, muchas veces sin ningún tipo de filtro institucional, nos notifica sobre el estado actual de las cosas, invitándonos a explorar y mantener una posición activa en el acontecer. El logos meme posee la potencia imaginaria como es propuesta por Castoriadis en su trabajo en torno imaginario social. Por un lado, existe materialmente como imagen, por el otro, su carácter es radical, expresa la discontinuidad propia de la existencia. Dicho en otras palabras, imaginamos radicalmente en el logos meme.

Meme knows no lord. Su encarcelación se hace “necesaria” por su potencia transgresiva la cual emana de su cualidad social. Es posible aclarar tal potencia en una de las clasificaciones que ha surgido en uno de los sitios “originarios” del meme, 4chan. Para ciertos investigadores, el foro juega un papel trascendental en el paso de la realidad virtual al activismo concreto. Por la naturaleza de su estructura simple, 4chan, promueve una interacción la cual, en la actualidad, comprende al meme como un instrumento con fines específicos. La noción instrumental permite la categorización de los contenidos: es el imaginario desde el cual cobran sentido los memes. La clasificación dicotómica separa al meme entre Edgy y Normie. El último órbita más cercano a la posición instrumental, después de obtener cierta aceptación social, empieza a transitar de una manera “segura” hasta perder su vigencia. El meme Edgy trae consigo problemas tanto para el autor como para quien lo comparte. Revela una posición o información comprometedora moralmente, como símbolo interpretativo acarrea la exteriorización de una posición transgresora. Por último, es importante no olvidar como por medio de la expresión pública podemos obtener un conocimiento del sí mismo, y en este sentido, puede que exista un meme el cual su autor considera Normie, la audiencia Edgy y viceversa.

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