El meme y la modernidad líquida

La construcción de la verdad ha sido un tema constante a lo largo de la humanidad. Su necesidad, una fuerza motriz, el punto final para cualquier acuerdo. Su constitución, al tenor del tiempo, ha sido multiforme, pareciera que siempre está sujeta a la transformación. Se coloca especial atención a la verdad en medida de que satisface dos situaciones humanas agobiantes. La primera, calma la inseguridad individual que establece la ignorancia desde la ansiedad del no-conocer, y la segunda, crea un nexo con la alteridad con la cual compartimos el entorno y posiblemente el mundo. Una de las formas más constantes en la composición de la verdad la podemos encontrar en la imagen. Desde el castellano el sentido de la visión forma parte inclusive de la nomenclatura que lo indica, la verdad involucra dos acciones humanas: ver y dar. En otros sitios del idioma podemos conseguir a la visión nuevamente (evidente) así como en frases históricamente relevantes (ver para creer). Las siguientes líneas constituyen una breve exploración a una forma visual actual la cual en su modo democrático expresa una nutritiva gama para la reflexión social, psicológica e inclusive filosófica, el meme. No se pretende bajo ninguna condición zanjar la discusión, más si crear un puente que permita el diálogo en torno a esta forma contemporánea de construcción social de la realidad.

En primera instancia el meme implica una imagen que pretende suscitar el humor. El humor es sin dudas, una forma inmediata y efectiva de conexión. El asunto delicado radica en que actualmente en el mundo occidental el humor no se encuentra normado por ninguna institución, por lo cual puede generar contenido que para una audiencia le puede ocasionar una risa inocente, mientras que para otros se les puede mostrar como un insulto abierto. La mejor ilustración del humor como medio de expresión y los problemas políticos que puede generar se consigue en los atentados al semanario satírico parisino Charlie Hebdo ocurridos en enero del 2015, si bien el móvil del atentado buscaba reivindicar al Islam, las caricaturizaciones de Mahoma publicadas en Charlie Hebdo son universales, no requieren un esfuerzo intelectual profundo para su apreciación. El humor, como la conciencia, no se puede enseñar, sólo se pueden colocar objetos en frente. Esto último es fundamental, porque muestra como no es que algunas personas no tengan humor, sencillamente existe una divergencia entre los objetos que la estimulan. El meme, es uno entre tantos objetos acometido a tal tarea, un objeto que se ajusta a una generación y tiempo específico, se inserta dentro de la corriente de imágenes proponiendo una reflexión vedada de una manera simple e inmediata.

La inmediatez del meme posee una doble dimensión la cual se manifiesta en la popularidad que puede generar. Un meme puede partir de la experiencia de un ser humano que al ser magnificada a través de la lente del humor, empieza a existir a modo de personaje en la web. Este es el sentido caricaturesco del meme, no sólo que bebe de las caricaturas para transmitir una emoción (vamo a calmarno), puede caricaturizar la acción humana (me iría demasiado). El meme poco a poco se transforma en un verbo popular inmediato, similar al paso de la web a la web 2.0, la elaboración técnica necesaria para crear un meme pasa a segundo plano, por lo cual el gancho, más allá de una realización técnica adecuada, refiere a la situación que pretenda evocar. El mejor ejemplo de la vinculación palabra e imagen, y la pésima realización técnica la muestra el efímero Se como José, el cual pasó de la forma del meme comentario breve (cuando me preguntan cuándo terminaré la tesis) a un medio para publicar un sin fin de querencias y modalidades del ego. La posibilidad creativa del meme muestra como la imagen no se circunscribe a la noción de la igualdad, se cimenta en la representación. El meme comentario breve se nutre de la capacidad que tiene su creador de conseguir que una imagen pueda representar una situación común, por lo cual su poder se encuentra intrínsecamente vinculado a la alteridad, no sólo en la potencia creativa.

Es común dentro del acontecer social contemporáneo como la ventilación de lo negativo posee más fuerza pública que compartir lo positivo de la existencia. El antagonismo y la oposición se presentan como formas de vinculación más firmes que las causas políticamente correctas, obteniendo mucha más atención de la audiencia global. En la web, este tipo de amplificación se conoce como los fenómenos virales, información textual o gráfica en rapida expansión así como de tiempo limitado. El meme se nutre de la ventilación y el ataque como recursos para suscitar la risa, no es un objeto sólido, comprende la posibilidad del flujo dialógico por lo cual muta constantemente manifestando en algunos casos la forma de proposición y réplica. El meme se adapta a cada cultura (keep calm and / vamo a calmarno), expresa una conexión simbólica que puede inclusive derivar en una suerte de identidad nacional o continental.

Por último, se puede concebir el meme, así como el auge de los emoticons, como un regreso al Egipto pictográfico. El meme es una forma de comunicación simbólicamente justificada, su inmediatez suscita la necesaria interpretación la cual deriva del contexto que la produce. En este sentido, el meme es un screenshot cultural el cual se ubica y parte de una narrativa pública desbocada, expresa con toda claridad una parte de la memoria colectiva, y sugiere nuevos usos e interpretaciones a imágenes que en algún momento, parecieron haber agotado su conexión con el presente. De la misma manera que el antagonismo produce solidaridad, de la nostalgia surge un nosotros, el meme expresa dos dimensiones sociales muy nutritivas, la conexión desde el eso lo pude haber hecho yo y la segunda en su entendimiento, con el paso del tiempo se van creando codificaciones complejas que inclusive llegan a cuestionar el propio carácter democrático de la producción, creando una suerte de elite del mor, los iluminados de los meme.