Los cuatro jinetes del apocalipsis para un insomne

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Como víctima de mi amigo el insomnio durante muchos años teniendo o no una rutina diaria, teniendo o no sueño, puedo decir con honor que he podido identificar a los 4 jinetes del apocalipsis que acompañan a cualquiera en esta travesía del dolor y desesperanza:

1. Ver el amanecer como señal de que tienes una incapacidad para dormir y no como la cursilería de ver el sol nacer

Porque no hay señal más contundente para aceptar que tienes un problema que haber visto con dolor el crepúsculo de las 6pm y el de las 6am en contra de tu voluntad, no porque tengas un horario de trabajo especial.

Amanecer sin haber pegado un ojo en toda la noche es haber comprado un ticket para un día de terror en el que te verás durmiéndote en todos los lugares que no son... tu cama... a una hora apropiada.

2. El cantar de los pajaritos como soundtrack para los créditos de una noche perdida

No hay canción de despecho que valga ante la melodía de unos pajaritos que cantan anunciando que el amanecer se acerca, no hay mejor anuncio de que caíste bajito y a menos que tengas el día libre, no hay marcha atrás.

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Edición: bourrbakia

Es el cantar de los pajaritos el preludio a la resignación de que dormirás hasta una hora inaceptable para la sociedad mañanera o de que sólo recibirás comentarios de cuán decrépito está tu semblante ese día.

3. La ecuación de la miseria

Mientras mayor sea la distancia que separa a tu cuerpo de la cama, mayores serán tus ganas de dormir

Establecer al insomnio como una relación de proporcionalidad directa entre las ganas de dormir y la distancia hacia la cama te ayudará a reconocer si tu problema puede mejorar educando a tu malcriado y traidor cerebro que está a costumbrado a procesar a la cama como el centro de operaciones principal y no como el santuario de descanso que debería ser.

4. El hambre prohibida

Nada genera más sentimiento de culpa que tener hambre o comer a una hora en la que ningún nutricionista te dice que debes ingerir aunque sea una tela de casabe, sino esa hora prohibida, marginada que tu mamá reprocha como "no vas a estar asi de gord@ si te tomas un vaso de toddy a las XX:XX de la madrugada".

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Y ¿Cómo se hace? en mi época de "chatiarr" hasta la madrugada, los antojos se limitaban a los recuerdos o a lo que sabías que tenías en la cocina guardado, pero ahora que somos insomnes por el impulso descontrolado de revisar instagram con un ojo abierto y otro cerrado, el hambre prohibida es voraz, porque tu única conexión con el mundo es la pantalla de tu teléfono con una fotografía de la pasta amatriciana siendo revolcada en una pieza de queso parmesano de 60cm de diámetro en un restaurante al que probablemente nunca podrás llegar.