La procrastinación se refiere al acto de reemplazar actividades prioritarias e importantes con actividades placenteras o tareas menos relevantes o urgentes.En aquellas personas que posponen las cosas, en un nivel emocional uno puede notar ansiedad o incapacidad de pensar o tomar decisiones adecuadamente en el futuro.

Cuando se consolida el hábito de postergar, generalmente termina influyendo en áreas cada vez más grandes de la vida. Por lo tanto, nos encontramos constantemente posponiendo el comienzo, la continuación o la finalización de numerosas actividades.

Esta actitud puede dar lugar a problemas en el trabajo o en la vida social, que influyen en la confianza que ponemos en nuestras propias capacidades. Por lo que el retraso de las tareas y actividades importantes interfiere con la productividad personal, la prevención para hacer frente a los desafíos, y así lograr sus objetivos y hacer realidad sus aspiraciones y deseos.

Esta condición ha sido estudiada en varios ámbitos para encontrar la causa… desde rasgos patológicos o de la personalidad hasta estudios profundo cerebrales.

Desde un punto de vista científico, un cerebro que procrastina parece ser significativamente diferente del de alguien que no pospone las cosas. Esta es la conclusión alcanzada por estudios científicos en la que analizaron la razón por la cual algunas personas tienden a suspender sus tareas en lugar de enfrentarlas directamente.

En resumen, el arte de posponer se creía que se observaba simplemente en aquellos que, debido a la inseguridad, falta de voluntad, miedo a equivocarse, posponían para mañana lo que podrían hacer hoy.

Sin embargo, los expertos han identificado dos áreas del cerebro cuyo volumen y conectividad funcional están vinculados a la capacidad de una persona para controlar sus acciones, demostrando que aquellos con poca capacidad de ejercer control sobre las acciones tenían una amígdala más grande. Además, la conexión funcional entre la amígdala y la "corteza dorsal anterior" fue menos pronunciada.

La función principal de la amígdala (estructura del cerebro que controla motivación y las emociones) es evaluar diferentes situaciones con respecto a sus resultados sobre las posibles consecuencias negativas de ciertas acciones. La corteza dorsal utiliza esta información para seleccionar las acciones que deben ser puestas en práctica, pero, por la supresión de las acciones y las emociones en la competición, asegura que la acción seleccionada puede completarse con éxito. Por lo que, según los investigadores, los individuos con un mayor volumen de la amígdala pueden ser más preocupados por las consecuencias negativas de una acción y tienden a titubear y posponer las cosas.

Sin embargo, hay prácticas que pueden ayudar a reducir el grado de procrastinación en nuestra vida cotidiana… En otra próxima entrega, estaré mencionándolas.