La palabra del día (1): anfitrión

No es un sustantivo a la que solemos adornar con connotaciones que brillen en lo indecoroso. Incluso dársela sería padecer de orfandad de raciocinio. Cuando pensamos en un  anfitrión o anfitriona nos imaginamos a alguien de buena vibra, que no es ponzoñosa y con quien poder tener conversaciones amenas e incluso tocar temas que el más mínimo roce te producirían quemaduras graves.

 Naturalmente, esto último será únicamente posible siempre y cuando tengas una buena relación con esa persona, por lo contrario, prepárate a pagar por tu actitud altanera padeciendo castigos como el desprecio fulminante de esa persona o a recibir su volcánica cólera e incluso un merecido puñetazo en el rostro. Merecido por irte de lengua cuando nadie te indujo a joder al anfitrión con tus opiniones. Al final de cuenta, todos es posible en esta vida que le gusta jugar a los dados.

En una palabra, los anfitriones son esa clase de homínidos que les gusta la vida social y lo disfrutan en compañía de sus seres queridos.

Pero veo necesario podar el lecho de roza y lanzarme al precipicio de la realidad. Existen anfitriones jodidamentes hijos de puta, que son maestros en el arte de escupir veneno, apenas le diriges la palabra y ya te están insultando. Estos son los anfitriones que para lo único que existen es para hacernos dudar de la existencia de Dios, porque de otro modo ¿cómo sería capaz de haber creado a seres semejantes?

Creo que he sido afortunado en no tener experiencias desagradables con 'orcos' que actuaron como anfitriones, sino que he podido conocer buenas personas en el transcurso de mi existencia y por ese desconocimiento no puedo escribir tantas características negativas como me hubiera gustado. Me apiado de aquellos que se encontraron con mal nacidos que no sirvieron como anfitriones. Éstos tienen un lugar especial en el Infierno, tenlo por seguro. El fuego de ese lugar es eterno, por lo que el sufrimiento será igualmente  eterno.

En efecto, el significado de anfitrión es que invita a otras personas, conocidos  y familiares, ya sea en su casa o en otro sitio, ya sea para una celebrar una fiesta o una simple reunión de amigos, con el único de fin de pasar un exquisito día con los buenos amigos o con la familia.

Pero si revisamos la etimología del término notaremos que su origen difiere con el significado que actualmente le damos por contado.

Época de la mitología griega, esto es, la Grecia Clásica.

La siguiente etimología fue extraída del libro La fascinante historia de las palabras de Ricardo Soca:

Anfitrión fue un personaje de la mitología griega, hijo de Alceo y de Astidamia, que se casó con su prima Alcmena, hija de Electrión, rey de Micenas. Habiendo matado por error a su suegro, fue expulsado de la ciudad y, antes de consumar el matrimonio, marchó con su mujer a Tebas, donde fue purificado por Creonte.

Su esposa se negó a hacer el amor hasta que Anfitrión no hubiera vengado a sus ocho hermanos, asesinados por los hijos del rey de la isla de Tafos. Una vez que nuestro héroe hubo partido hacia la guerra contra Tafos, Zeus se presentó ante Alcmena asumiendo la forma del marido ausente y ordenó al Sol que detuviera su curso por setenta y dos horas para permitirse una larga noche de amor con ella, quien creía estar amando a Anfitrión.

A su regreso, al enterarse de lo ocurrido por el adivino Tiresias, Anfitrión intentó quemar viva a Alcmena, pero Zeus no lo permitió, y el marido engañado optó por una alternativa más sosegada: vivir su postergada luna de miel. De tantas noches de amor, Alcmena engendró dos hijos: Herakles (o Hércules), hijo de Zeus, e Íficles, hijo de Anfitrión.

El dramaturgo Plauto, en el siglo II antes de nuestra era, y Molière, en 1668, escribieron sendas comedias en las que mostraban a Anfitrión en la lucha mientras Zeus hacía el amor con su mujer.

Desde entonces se llama anfitrión a aquel que recibe invitados en su casa, aunque no necesariamente de la manera como Zeus fue recibido en la casa de nuestro personaje. Anfitrión se compone de amphi «alrededor», «en torno de» y trýein «agotar», «fatigar», «maltratar», por lo que algunos etimólogos afirman que su nombre significa «el que todo destruye a su alrededor».