también puede ser “Último Polvo”, “Último Abrazo”, el punto es que ese “Último” consiste en dejar eso que no quieres dejar y tomar un poco de provisiones para el viaje. Ese último abrazo que le das a un familiar antes de fallecer, irse de viaje, simplemente no verlo más, también forma parte de ese “Último”. Este puede, en ocasiones, ser para mejor o para peor, pero lo cierto es que, para ese momento, nos parece la peor decisión que podríamos tomar alguna vez, dejarlos ir duele y no queremos que suceda.

Claire y Zack fueron en sus inicios ese tipo de parejas que ves en la calle y considerarías que durarían para siempre, a tu vista no hay nada mal con ellos, su relación es perfecta, y la pasión que desbordan cuando están juntos es inigualable, hay tanta química que sientes que podrían tener sexo en ese mismo instante, sin embargo, pasaron los años, no se dieron cuenta en que momento pasaron 5 años pero al igual que una chamarra vieja, lo que tenían se fue desgastando, las peleas se hicieron cada vez más comunes, perdieron el respeto el uno por el otro, en algún punto se fueron haciendo cada vez más egoístas en la relación, por supuesto, hubo momentos en los que hubieron chispas, pequeños flashes que les hicieron creer que todo estaría bien, que todo se recuperaría, sin embargo, solo era momentáneo, la realidad era que ninguno de los dos seguía sintiendo lo mismo que en sus inicios.

Un día se sentaron a recordar, tomaron viejos álbumes de fotografía, pequeñas ventanas en donde el tiempo fue congelado para siempre y comenzaron a ver lo que se había perdido.

Luego de horas sentados en el sofá, giraron sus rostros, se vieron uno al otro fijamente sin desviar ni un segundo la mirada.

— ¿Qué nos pasó? — dijo él.

— No sé, en algún punto me perdí y te perdí— contesto con voz dulce.

Se besaron como no lo habían hecho hacia tanto tiempo, esa noche no se despegaron ni un segundo, el sexo tuvo la pasión que se había perdido hace tanto.

A las 4:30 a.m., Claire se levantó, por supuesto, Zack que era de sueño ligero logro sentirla, despertó, pero no abrió los ojos, se quedó allí, la escucho empacar sus cosas, sabía lo que ocurría y sabía que debía de ser así.

Claire había tomado todo lo que necesitaba, una mochila muy pesada para su pequeña espalda y las llaves de su vehículo, el cual siempre quiso cambiar por una moto parecida a la de Zack, una Harley negra con todos los accesorios de cuero. Llego hasta la puerta, tomo el pomo de la misma, suspiró y en ese suspiro recordaba más de lo que quería, una parte de ella no quería irse. Por nostalgia, giro la cabeza para ver atrás por última vez antes de salir, pero cuando lo hizo, Zack estaba parado al otro lado de la habitación con el torso desnudo, se sintió avergonzada, no quería que la viera salir, cuando estuvo a punto de abrir la boca para dar una tonta excusa como “iré al supermercado”, él sonrió enormemente, con esa sonrisa que en un principio la habia enamorado, y sintió aún más las ganas de quedarse.

— Toma— dijo mientras le lanzaba unas llaves— siempre quisiste una ¿cierto? Cuídala.

Ella atajo las llaves y observo que eran las de la moto, luego lo miro a él, lo amó, en ese momento juró que lo amó mucho más que antes.

— Gracias— susurrotan en un tono tan bajo que de no haber estado la habitación en completo y absoluto silencion, Zack no la fuese escuchado.

Salió corriendo, no miro atrás de nuevo, encendió la moto, agradeció que la enseñara a manejar, aceleró, se sintió tan triste y tan libre.

El solo se paró en la puerta y observo su silueta alejarse, de igual manera se sintió tan triste y tan libre.

— Supongo que ahora manejare un automóvil— dijo mientras recogía las llaves que ella había dejado en el piso.

En ese mismo momento sin darse cuenta ambos lloraban, las lágrimas salían a chorros sin sonido alguno, ambos tristes y alegres al mismo tiempo.

— Gracias— grito el a todo pulmón y con una sonrisa, con la intención de que ella aun estando alejadapudiera escucharlo.

Ella lo escucho y entre lágrimas dentro del casco de la motocicleta sonrió.