La gran roca de mi vida (una especie de reflexión)

in #spanish7 years ago (edited)

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Hace muchos, muchos años, escuché los consejos de mis ancestros. Personas de singular sabiduría, que siempre vivieron en un entorno natural, rural, campestre, sencillo, sincero, ingenuo, inspirador, puro y virginal.
¡Ufff! vaya vocabulario, pero es así. Así crecí, escuchando estas palabras y un montón más, que ya sonarán.
Conocí a la abuela de mi madre (nacida en 1883), a la madre de mi madre (n. en 1907) y a mi madre (n. en 1937) y sus hermanas; en esa rama materna. Mujeres de gran valía, que nos legaron a mí y a mis hermanos, un gran tesoro: su experiencia maravillosa, abanicando poco más de un siglo hasta el presente.
En la familia normalmente se cumplen ciertas tradiciones, nada radical, sino enmarcado en una especie de legado amoroso y fortaleza espiritual, cosas de nuestros queridos viejos.
Tuve el honor, como todas las mujeres en mi familia, de heredar una joya. Tradición de uso familiar (cual si fuésemos de la realeza, heredando la diadema imperial).
Al cumplir mis 15 años, mi madre me obsequió mi joya, una piedra, vulgar y silvestre, simple y ordinaria, "una roca de vida", -me dijo-, tal y como la que mi abuela le dio a ella. Luego debía buscar y preparar una nueva piedra para cada hija.
Un símbolo, un legado, un compendio, especie de amuleto, sombrero de mago, el libro gordo de petete. Todo eso en una sola pieza, mi roca.
Según la tradición familiar, esta piedra es entregada a las hijas, cuando cumplen sus quince años y lleva el consejo de que sea guardada en lugar especial, porque transmitirá toda la energía y los secretos de la vida para ser feliz, sana, sabia, generosa, discreta, obediente, gentil, maternal, valiente, optimista, alegre, creativa, honesta, responsable...etc.
Yo debía seguir la tradición y entregarla a mi primera hija y si al término de mi vida fértil, no tenía hembras, pues, debía lanzar la piedra al río, dando gracias por los buenos deseos que contenía y allí cerrar mi ciclo; pero desoí los consejos de la tradición.
Sólo tengo tres hijos, varones, honestos, buena gente, estudiosos, responsables (que aún no me dan nietos) pero eso ya es otra tema.
No tuve hijas, por lo tanto no entregué la piedra, tampoco la lancé al río.
Fui desobediente y conservé la piedra, rompiendo con el mandato tradicional. Tal vez pensé que era cuestión de inocentadas de mis viejas y decidí guardarla o a lo mejor, olvidé llevarla conmigo cuando regresaba al pueblo, donde está el río.
En fin, el caso es que, como dije antes, desobedecí , no hice las cosas como prometí y el valor de la palabra es alto como la mayor de las torres. No importa si está de por medio una simple piedra o un diamante.
Así, ha pasado el tiempo y hoy día que me siento un poco nostálgica, porque a veces me siento sola entre la multitud, desalentada, acongojada por motivos de salud familiar, arrollada por esta crisis del día a día en mi país y sin mis viejas; ni siquiera mi madre, pues marchó muy pronto de este mundo; recuerdo mi piedra.
Lejos de mi pueblo, lindo y hermoso refugio, al que considero mi cáliz, el vientre que me abrigó cuando era una semilla del universo, esa piedra, se ha convertido en una gran roca; la gran roca de mi vida. Siento que de ella mana la fuerza que me sostiene, que me rescata, que me insufla aliento para seguir adelante.
Entonces pienso, reflexiono acerca de, si hay excepción en la regla. Si no pude entregar la piedra, por no tener una heredera; ¿puedo quedármela?. Seré desobediente en este caso, porque le doy esta explicación:
es una conexión de energía, a través del compromiso del pasado, que es necesaria en el presente e infructuosa en el futuro, ya que no hay hija que siga mi tradición.
Me la quedo por amor. ¡es la roca de mi vida, mi sostén!
Contrario a lo que ayer pensaba, que sería un gran peso sobre mí. ¡No!, hoy le encontré un mejor significado a mi legado y los secretos de la vida transmitidos por la piedra: soy optimista, creativa, valiente, maternal...(y un poquitín desobediente), pero, caramba, miren la balanza.


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La madre de mi madre, en una moto Victoria. Más o menos en el año 1933. De ella heredé mi espíritu guerrero.


Gracias por leerme.
Texto y fotos:

@armonia

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Que linda reflexión @armonia saludos

Muchas gracias por tu visita @jesdn16.
Que estés bien. Feliz tarde.

Bonita reflexión, bonita historia, muy bien narrada. Enhorabuena!

Gracias amigo @torkot.
Un gusto tu visita y tu apreciación.
Que tengas feliz noche.

Muy bonita reflexión @armonia instruyendo la literatura como siempre :)

A lo que se puede buen amigo @colohvis
Muchas gracias por tu amabilidad al llerme.

Muy linda la historia @armonia, y me parece algo genial que hayas conocido a una persona que nació hace más de un siglo, y mejor aun, fue un familiar tuyo. Que gran tradición. Saludos. :)

Pues sí @rivendels. Es una gran riqueza de experiencias. A mi bisabuela la conocí hasta que tuve 10 años...hace muuuucho.
Gracias por tu comentar.

Que espiritu tan bueno jajajaja

Síiii. Gracias @sarita. El amor familiar nos fortalece mucho.
Cariños a ti.

Oye que linda historia. Como de película y que abuela.
Es hermoso tener un legado familiar. La enseñanza, más que la riqueza.
Te felicito @armonia.
Besitos

Muchas gracias @nuskyaa por tu grata visita a leerme.
Que tengas siempre lindos momentos.

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