Cuantas veces, en lo más oscuro del silencio, se cuelan pequeños sonidos y cual manitas de una semilla que germina en el interior de la tierra, luchan por emerger a la realidad. Así, los tormentos de un alma que colapsa ante el remolino de penas, que gira alrededor y envuelve, arrasa, empaña y distorsiona la vida diáfana y sosegada.

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Gritos del alma

¿Por qué se hace tan densa la rutina
pesarosa, invivible cada día?
Pesados los maderos de una vida
que frágil, de rodillas, muerde el polvo
y escupe la impiedad y la estulticia.
¿De qué sirve usar traje de purista,
si la vida es un ocaso mancillado?
Pende la hoz, la palabra adjetivada,
que marchita la frescura del vergel
y la extensa soledad del firmamento,
tiende un manto que silencia cada grito.
Alentados, promiscuos pensamientos,
anidan la tortura y el desdén
y la adarga de vida acrisolada,
perece ante el fragor del verbo impune.
Los hilos del senil entendimiento,
sucumben, a merced del cruel marasmo.

Original de @armonia

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No es bueno guardarse las palabras, ellas esperan las alas para volar.
Muchas gracias por leerme.