F E N Ó M E N O S - II

No son sueños, ni alucinaciones, son reales experiencias espirituales vividas y contadas a mi de los labios a los oidos, la identidad de quien vivio estos fenómenos permanecerá incógnita.

Ella tenía 17 años, no sería la primera vez que un fenómeno sucedía, pero si sería uno de los más relevantes en su vida. En una tarde que parecía normal, excepto por un repentino estado de somnolencia, ella acostada en un mueble de su sala a medio dormir sintió que alguien la ayudo a levantarse, ella sola no podría, estaba muy pesada, la llevaron al cuarto de su madre, al llegar sin fuerzas cayo en cama sin acomodo, estando ahí ese alguien que la ayudo tomando su mano saco su espíritu de su cuerpo, ella al principio sintió temor al hacer conciencia del desdoblamiento, pero el ente que la invitaba le transmitía mucha seguridad, miro su cuerpo en una vista aérea y decidió emprender el viaje.

Cuando habían avanzado todo era de un color grisáceo y aunque no existían palabras ambos pensaban y sentían lo que pensaban, era otro tipo de comunicación, ese ser le indico que mirara hacia atrás, y ella observó que del sitio del que salieron, era oscuro y tenebroso.

Continuaron entonces el viaje, comenzó a ver lo que ella describe como burbujas u orbes gaseosas, como nebulosas, cada una de un color que se degradaba hasta dejar de ser color, esto sucedió con varias esferas, avanzaba a voluntad al frente de ellas sin penetrarlas, la primera esfera, fue rosa, después verde y una infinidad de colores inmemoriales, hasta llegar a un tono azul celeste, al llegar a ese punto ella percibió una gran atracción, tanto como el magnetismo, entonces ella sintió plegarse, el ser que a ella la acompañaba le indico seguir adelante, pero ella se resistía, sentía apego, exalto sus emociones esa esfera de color azul celeste por alguna razón, después de un momento, logro convencerla y siguieron avanzando.

Llegaron a espacios sin figura, compuestos solo de luz, ya no había pensamiento, solo sentimiento, no había color, solo luz pura, ella percibía que estaba todo, pero no se veía nada, entonces de la gracia de esa misma luz se mimetizo la figura de un ser con las manos extendidas, su primer impulso fue arrodillarse y tomarle las manos, al hacer ella ese gesto, sintió como el efecto de una elástica que regresa de haberse estirado ya demasiado, y regresó con fuerza a su cuerpo.

Al abrir sus ojos de nuevo, no veía, se sentía sin fuerzas, los ruidos cotidianos se oían distantes, era imposible levantarse de la cama, hasta pasar un cuarto de hora en el que ella sostenida de las paredes pudo finalmente salir a la sala de nuevo para poder contar la historia a su madre y más de cuarenta años después a mí.

Vale la pena siempre reflexionar al conocer de estas vivencias, hay quien puede descartarlas otros podrán identificarlas, la razón de abrir esta nueva categoría de post en mi blog es que puedan disfrutarlas y además enriquecerse como yo lo he hecho con estas anécdotas que he ido escuchando a lo largo de mi vida, ésta es una de mis favoritas.