Me pides callar, pretendes hacerme vivir enmudecida en este calvario, dices que la lucidez del género femenino esta jodida, que debes corregir mi estupidez, ¡porque según tú! Las chicas nacemos estúpidas. Exiges que siga adaptándome a vivir tus miedos, cuando con los míos tengo suficientes. Cualquier cosa es buen motivo para volverme insignificante, juegas con mi dignidad, destruyes mi autoestima borrando el maquillaje con tus manos ásperas y me llamas puta, sin tomar en cuenta mis sentimientos ¡deseaba verme agraciada para ti!

¡Tú no hablas, gritas, escupes ponzoña! Hieres el alma, manipulas mis creencias, he llegado asumir que merezco el infierno que tú me brindas. Se supone debías cuidarme como a una delicada rosa, así como prometiste aquel día cuando me tomaste y separaste del jardín, bajo el juramento de mantenerme viva con amor y dedicación. Pero hoy estoy marchita: eres un delincuente que desfalco mi belleza y mis mejores años. Cambiaste el afecto por el odio, cambiaste las caricias por los golpes, ayer besabas mi cuello, ahora solo lo tocas para asfixiarme, ya no haces el amor abusas de mi.

La costumbre fue gimotear y no repercutir sobre el asunto; si una palabra salía de mi boca, tu mano se elevaba y aterrizaba sobre mi rostro, al instante llegabas arrepentido me abrazabas y prometías no volver a lastimarme, para luego terminar con la misma frase:

―Debes hacer todo lo que te pida, no me hagas enojar pequeña rosa. ¿Crees que me gusta castigarte? ¡Amor a mí me duele mucho más que a ti, yo te quiero! ―exclamabas con sarcasmo.

Lo admito me convencías, estaba ciega y tenía terror de decir o hacer lo contrario.

Pero hasta el pájaro más instruido se revela y levanta el vuelo.

―¡Se acabó, ya no más! Desplegaré mis alas, no volveré a tu mazmorra, voy a correr para que tus manos no puedan atraparme, seré invisible y tus ojos no conseguirán mis huellas.―una mujer decidida

Me marcho, la felicidad a tu lado nunca fue continúa siempre estaba suspendida y diluida en lágrimas. Estoy cansada de contemplar el firmamento sin prosperar. Agotada de maquinar tus posibles muertes, no soy incompetente como me llamas, soy una dama inteligente que merece respeto y una vida digna.

¡Alzaré mi voz y nunca más guardare silencio!

Mujer no te resignes a los golpes, tu obligación es estar con alguien que te admire que presuma de tu preciosidad interna y física. Mereces un hombre que te lastime con caricias, que golpee con besos, que te empuje a la felicidad, que escupa en tu presencia poemas o palabras hermosas, que te vea con amor y anhelo, por favor no aceptes menos, tú no eres un objeto, eres una princesa, tú valor es incontable...