Coexistir o perecer

Aquella chica había sido marcada en el rostro por la muerte, su destino parecía inseguro, pero en el fondo de su esencia crecía la convicción como especie de ramificaciones que recorrían su organismo, conectándose a las venas para impulsar brío a su núcleo.

Ella, deseaba modificar el curso de su historia. Entonces se anidó dentro de una burbuja que funcionaba de resguardo .

Día y noche reflexionaba sobre su realidad, permanecer adentro mientras circulaba el peligro le permitiría coexistir, salir significaba perecer por la testarudez. Había instantes en donde su vida se mostraba como una película, y otras en la cual sus achinados ojos eran testigos de la atrocidad que la acechaba.

En el exterior había distintas clases de criaturas que intentaban explotar la órbita en la que se encontraba, trataban de corroer o incrustar cualquiera de sus filosos colmillos, otros usaban sus feroces e inmensas garras buscando hacer alguna brecha, y los espantajos más pequeños pasaban su lengua soltando chillidos desesperados, tenían un apetito tan insaciable que parecía escucharse las tripas retorcerse del hambre a kilómetros.

En cada intentona que hacían las criaturas por conseguir su objetivo, lo único que lograban era hacer brincar la esférica de un lugar a otro, como si se tratara de una pelota que viaja por millones de manos en un concierto de música electrónica. La infortunada dama se sentía atormentada, cada salto eran vueltas que daba sin dirección, en una de esas cayó a una especie de río, y era dirigida por las pequeñas y rápidas corrientes, chocaba una y otra vez contra las rocas, la burbuja seguía dando vueltas y en ocaciones la mujer vomitaba, su semblante estaba verdoso como el forraje. Solo le quedó persistir...

De pronto un resplandor la cegó, cuando recuperó la vista notó que algo se acercaba, era un perfil inocente que le sonreía, colocó sus manos en la burbuja y comenzó a empujarla de una forma lenta, parecía llevarla hacia lo inexplorado. Confundida con el ente que la dirigía comenzó a recelar que se trataba de un espíritu celeste tal vez sea cierto que a la muerte jamás se le burla, casi entregada, la mujer escuchó una voz que le susurraba "si puedes cambiarlo" y con toda brusquedad la burbuja fue expulsada hacia la orilla...

¡Entonces desperté de ese sueño fastidioso!....