ELEGANCIA

Sólo pronunciarla te permite inferir
cuán hermosa palabra «elegancia» es.
Su etimología, elegantia del latín
y su adjetivo del verbo eligiere,
cuyo significado interesante sin dudar,
nos permite una definición vislumbrar.

Arrancar es el primero, sean frutas o flores,
quitar le sigue de cerca las pisadas,
pero es con la tercera acepción que me quedo
elegir, seleccionar, cualidad sólo humana.
Por Elegere tenemos entonces,
sacar, cosechar, recorger y leer.
En otras palabras, elegancia es
saber lo mejor, lo más fino extraer.

Qué suave sonido resulta al nombrar
«elegancia, elegante», sutil sin igual.
“Ele” ligera comienza en la lengua,
le sigue el “Gan” con garbo y gracia,
cerrando con “Cia” sonoramente
con bella cadencia, equilibradamente.

Parece así llena de nobleza y sencillez,
de buen gusto y distinción en su forma de ser,
cualidad que agradable y con candidez
a quienes la posean nos hace ver.

Elegante es aquel quien porta elegancia,
entendiendo por porte gobernar sus acciones,
sus conductas, sus actos, sus elecciones.
La elegancia es así, libertad y mesura,
comedida y moderada sin obviar la soltura.

La elegancia es una actitud que puedes optar,
es una virtud que puedes cultivar.
Se opone a lo agreste del básico impulso,
se eleva sobre ello, suave y con gusto.
Es la gracia decantada, educada y formada,
que sólo libremente puede ser adoptada.

Como toda elección es propiamente humana,
a hombres y mujeres se atribuye la elegancia:
ya sea a su talle, gesto o andar,
incluso a la forma de ideas expresar.
Se extiende también a lo inanimado
cuando por nosotros es humanizado,
de forma que un pavo real o un paisaje,
hasta un edificio puede ser elegante.

Mas no cualquier obra del hombre es elegante,
es preciso que cuente con distinción y nobleza,
que sus proporciones sean agradables
y no se trate de una tarea maltrecha.
La sencillez tampoco hay que olvidar,
con simpleza y claridad elegante lucirá.

Y aunque la elegancia se pueda crear,
inadvertida y natural debe pasar.
Recordemos que implica libertad y soltura,
en la autenticidad está su hermosura.
Para ello elijamos nuestra verdadera esencia,
nuestra mejor versión, noble y elevada.
Afectación y máscaras es mejor evitarlas,
ser genuinos en el espejo, ante nuestra mirada,
es el primer paso para irradiar elegancia.

Al crear nuestra forma de ser elegantes,
la moda que rija será condicionante,
siendo la “belleza” un parámetro cambiante,
no hay que olvidar lo más importante.
La elegancia siempre será una elección,
de sacar y extraer para sí lo mejor.

Que nadie te imponga qué ropa vestir
o cuál forma tu cuerpo debe cumplir.
Los zapatos que uses tu elegirás
y con elegancia los llevarás
cuando te permitan en armonía andar.

<sup>* Las dos imágenes que aparecen en este post pertenecen a @club12.
* Los pilares y separadores fueron elaborados por mi en Power Point 2016</sup>