CUMANÁ: LAS BODEGUITAS DE ESQUINA DEL CENTRO HISTÓRICO (Parte II)
Amigos Steemianos, honrando lo dicho en la primera parte, le dedico este espacio a Elías Rodríguez Marcano (Cumaná 1931-2007). Un lugar común.
Fuente
Fiesta en un día de San Francisco, 1987. Técnica: Lápiz de color. 25 x 18 cm. 2007.
Subiendo de Santa Inés hacia la fortaleza de San Antonio, nos encontramos con una intersección tipo k, distribuida de manera orgánica. De tal manera que los vecinos hicieron de este lugar, un escenario para sus encuentros. Sus altas aceras se convierten en asientos para el picoteo vespertino. En días de fiestas populares disfrutan del ecléctico Diablo Luis y su danza al teatro de la vida y la muerte. Esta alegre intersección la conforman el curveado callejón de La Luneta, la calle que va a la Fortaleza de San Antonio y la empinada subida al Cerro Quetepe. Al principio de la subida, estaba la bodega de Elías, que funcionó por más de medio siglo en la llamada Esquina Roja. Elías atendió esta bodega desde sus trece años, en el año 1944, y muere de 74 años. En su bodega podíamos encontrar desde aripos de barro de Manicuare hasta añil. Pero, mejor coloco una lista para que el lector tenga una mejor idea de la oferta, antes del “fulano viernes negro”: poncheras de peltre, canarines, lámparas de Kerosene, linternas, carburo, escobillones, alpargatas de suela de toro, chinelas, navajas pico e’loro, maras, cobijas, mecates, pitas de sisal, mentol chino, sillas de San Juan, cabos de machete carupanero, veradas para construir papagayos, guaral para trompos, miel, alguna que otra botella o coroto viejo indicador de su añeja existencia, manteca de cochino, pescado salado, dientes de tiburón, cachos de venado y patas de liebres “de la otra costa”. La exquisita museografía era perfecta, todo estaba en su santo lugar. Y hablando de santos, en la esquina del frente de la bodega, estaba el señor Ramón Esteves, gran amigo de Elías, quien sabía quitar los males espirituales y físicos. Santiguaba y sobaba con velita de cebo y ron. Se podía encontrar sentado a este santo varón en la entrada de su casa, con una silla a su lado, en espera de algún suplicante y recurrente paciente.
Tras de abrir la bodega “a eso de las nueve de la mañana”, luego de venir del mercado con una carretilla de verduras frescas, era conmovedor ver el revuelo de los vecinos “a golpe de once y media de la mañana” buscando solucionar el almuerzo. Cercana la hora del bochorno cumanés, un grupito de amigos de Elías, se iban para “refrescarse la sangre” dándose un baño en el río San Juan de Macarapana mientras preparaban un sancocho de gallina. En la tardecita, me acercaba para conversar tomándonos un jugo de vinagrillo. Elías, conocedor de recetas, con sazón oriental, me enseñó a preparar el verdadero sancocho, del pescado que fuera. Si tenías con qué pagar te llevabas suficiente; si tenías poco, te llevabas lo necesario y si no tenías, te daba fiado, pero con él remediabas. La amistad me permitió un día preguntarle por la ñapa. A lo que contestó: -La ñapa en esta bodega quedó atrás. Y me sorprendió al recitarme “La despedida de las ñapas” de Aquiles Nazoa.
(…)
A veces no daban ñapa,
más daban algo mejor;
apartaban un frasquito
propiedad del comprador,
y por compra que éste hacía
le metían un frijol,
y al estar tan lleno el frasco
que no le entraba el tapón,
ah señores, qué golilla,
señores, qué golillón
¡le daban a usted tres lochas
o un regalo a su elección!
(Lo que en verdad no era nada,
por tres lochas, ¿qué son?,
pero que a un niño de entonces
le llenaba el corazón
igual que el aire, que es menos
llena un globo de color).
En efecto los niños eran los encargados de hacer el mandado a la bodega. Luego supe, que los bodegueros del Casco Histórico de Cumaná se aprendían de memoria: poesías, trabalenguas y adivinanzas para congraciarse con los pequeños clientes.
Amigos de Steemit, concluyo mi relato con esta pícara anécdota, la niña tendría unos 13 años:
- Elías, mi mai te manda a decí, que le mandes conmigo, media docena de yemas.
- Yemas!, mira cará!, yemas las de Colón, que llegó hasta aquí en unos barcos chiquiticos.
Confieso hoy, a tantos años de ese rato, en vez de haberme reído le hubiese dicho a Elías, para reconocerle, algo del hidalgo.
-Nunca te he oído hablar, Sancho –dijo Don Quijote-, tan elegantemente como ahora; por donde vengo a conocer ser verdad el refrán que tú algunas veces sueles decir: “No con quien naces, sino con quien paces”.
Maravillosas historias de la Cumaná de ayer. Así entendemos el alma de tus estampas, que son de una belleza sin igual. Gracias por este regalo visual, @antolinamartell.
Un abrazo @adncabrera. Gracias por tu estímulo.
¡Espléndida historia, @antolinamartell!
Amigo @gythanobonfak, Cumaná es la cuna de lo espontáneo y genuino.
Querida @antolinamartell, qué recuerdos con sabor a infancia y juegos nos tres con tus escrituras. ¡Una belleza!
Saludos.
Un abrazo amiga Sandra.
Sabrosa e ilustrativa (en dos sentidos) crónica, @antolinamartell. Recreas con tu palabra y tu arte plástico (lleno de colorido, vitalidad y afecto) esa memoria viva del corazón de la Cumaná pasada (aunque no tanto), el llamado barrio San Francisco. A mí me toca directamente por haber nacido allí y haber vivido muchos años en ese entonces acogedor y noble zona (ahora, como casi toda la ciudad, espacio invadido por la marginalidad y la delincuencia). Recuerdo con mucho cariño a Elías y al Sr. Ramón, y por supuesto mi natal callejón La Luneta. Gran parte de mi primera poesía se nutrió de la atmósfera de esos espacios. ¡Gracias por darme esta oportunidad de recreación!
Gracias por aportar con tus palabras algo más para recordar lo grato. No sabía que eras nativo de allí. Un abrazo.
¡Hermoso relato! Una maravilla leer estas líneas y sentirme parte de ellas. San Francisco es mi cuna también y recuerdo con mucho cariño y respeto al Sr. Elías y al Sr. Ramón. Aun camino por sus calles, pues mi madre sigue allí , y rememoro los años de infancia y juventud: tantas historias de vida, tantos recuerdos hermosos. Gracias, @antolinamartell por compartir.
¡Qué hermosura de trabajo! Gracias por esa descripción de una Cumaná que pocos recuerdan. Gracias por el fragmentos de Aquiles Nazoa. Gracias @antolinamartell por tus serigrafías
Usted es encantadora, como brinda aquellos relatos como si un viaje en el tiempo se tratase!
Que excelente post @antolinamartell de nuestra Cumaná amada, me permitiré compartirlo... Un abrazo!
Felicitaciones, hermosa historia y maravillosa pintura. Este tipo de relatos son muy agradables y cobran una importancia especial cuando se está lejos de Venezuela . Gracias