Mi opinión sobre Oscar Pérez.
Es difícil para mí, hablar de un hombre de armas, un policía, siendo yo un civil con experiencia casi nula en el uso de armamento. Pero dado que, a raíz del suceso del pasado 15 de enero en El Junquito, tomé interés en averiguar más acerca de esta persona que se llamó Oscar Pérez, revisando tanto la versión de sus detractores como la de sus simpatizantes, me siento ahora con cierta propiedad para decir algunas palabras sobre este venezolano.
No creo que Oscar Pérez y su grupo merezcan la etiqueta de “terroristas”, a pesar de que reconozco que fue un error de ellos haberse llevado ese helicóptero el 27 de junio de 2017 y haber asustado a civiles. Un error, en mi opinión, más de estrategia en su rebelión que delictivo en sí, porque de acuerdo a las débiles evidencias que mostró el gobierno, es probable que Pérez y sus hombres dispararan balas de salva y granadas sonoras, y no granadas de fragmentación, como lo afirma el gobierno.
Alguien podría objetarme diciendo que el gobierno mostró las esquirlas que se desprendieron de las granadas, incrustadas en las paredes y árboles del TSJ (Tribunal Supremo de Justicia), y yo le respondería que esa esquirlas fueron mostradas 48 horas después de sucedido el hecho: en 48 horas es mucho lo que puede alterarse un lugar para exponer al mundo lo que le conviene a uno exponer.
El gobierno tuvo disponibles tanto la noche de 27 de junio como la noche del 28 de junio para hacer muchas cosas, con la venia de los custodios policiales que resguardaban la zona. Para nadie es un secreto que en Venezuela no hay poderes independientes, y poderes como el Judicial y el Electoral están subordinados al poder Ejecutivo. Y si nos vamos a la policía, los militares y los cuerpos de seguridad en general, la lealtad y la complicidad son su cultura. Quien se atreva a negar eso, lo haría por ignorancia, fanatismo o por ánimo de mentir.
No solo mostraron la evidencia 48 horas después de los hechos, sino que las mostraron a diplomáticos, quienes no saben nada de balística ni de explosivos… yo hubiese preferido que desde el mismo día de los hechos, el gobierno dejara que personal de seguridad de las embajadas extranjeras se quedase vigilando la zona para garantizar que la misma no fuera alterada, en espera de peritos internacionales expertos en balística y explosivos que viniesen a tomar muestras de la evidencia para su estudio riguroso… eso le hubiera dado seriedad a la exposición de los hechos.
La hipótesis de que la escena fue alterada, no solo se basa en mi sustentada desconfianza hacia el gobierno. Existe una inconsistencia muy clara en las declaraciones que dio el 29 de junio el jefe de seguridad del TSJ Jean Carlos Stanford, cuando dijo que las dos granadas que estallaron y que tenían cada una contenidas tres mil seiscientas micro-esferas y un diámetro de acción de 25 metros, y al mismo tiempo afirmó que los guardias nacionales custodios del lugar se encontraban a 10 o 15 metros de donde explotaron las granadas.
Vea aquí un video que muestra la declaración del jefe de seguridad del TSJ.
Si fue así, ¿Cómo pudo ser que estando los guardias dentro del diámetro de alcance de las esquirlas, ninguno de ellos fue herido ese día, o al menos alguna esquirla no se incrustó en uno de sus chalecos?… ¿Dónde están los guardias heridos y los chalecos con esquirlas incrustadas, que sustenten la declaración de Stanford?
Incluso, Stanford afirmó también que los guardias hicieron frente al helicóptero y respondieron disparando, y que las granadas provenientes del helicóptero fueron disparadas “hacia ellos”, lo cual hace más sorprendente que no quedaran guardias heridos ni chalecos con esquirlas incrustadas.
Tanto las palabras del presidente del TSJ como las del canciller Moncada (29 de junio), sobre el hecho del helicóptero presentan acusaciones muy graves expresadas con una ligereza que sorprende… pareciera que en vez de informar, lo que buscaban era crear una matriz de opinión para el pueblo venezolano y para el mundo entero: “Oscar Pérez es terrorista, y por lo tanto debe morir”… precisamente lo que ellos siempre han criticado a los medios privados nacionales e internacionales (la creación de matrices de opinión), parece ser que el gobierno lo hace mucho mejor.
Aquí están los discursos del presidente del TSJ y del canciller Moncada, del 29 de junio.
Es impresionante como ambos funcionarios (especialmente el canciller Moncada) prácticamente afirmaron que la intención de Oscar Pérez y sus hombres fue disparar en contra de los niños que supuestamente se encontraban en un pre-escolar cercano al TSJ (digo "supuestamente" porque a esa fecha el calendario escolar ya habia culminado), cuando ya el jefe de seguridad Stanford había aclarado que tanto disparos como granadas fueron dirigidos hacia los custodios del Tribunal.
Que Oscar Pérez y sus compañeros supiesen o no que allí cerca había un pre-escolar, es algo que no pueden saber ni mucho menos asegurar el presidente del TSJ y el canciller Moncada… a menos que tengan facultades parasensoriales, videncia, telepatía, etc.
En algunos reportajes de la prensa del gobierno y también en la declaración de Stanford, se afirma que la actividad de venta de alimentos para los trabajadores del TSJ, que se realizó ese día, ya había culminado cuando ocurrió el suceso del helicóptero (ya no había gente, solo estaban los toldos). Sin embargo, el canciller Moncada, que no pertenece al TSJ, y que se estaba enterando ese mismo día de los detalles de los hechos, no tuvo ninguna vergüenza en afirmar que los “terroristas” dispararon cuando “había gente comprando en un operativo de venta”.
Tanto el presidente del TSJ y el canciller Moncada (sobre todo este último) hacen uso de los términos “acto criminal”, “crimen”, “terrorismo”, “acto terrorista”, “intención terrorista y criminal”, “crimen de guerra contra civiles”… cuando ya todos sabemos que no hubo muertes y ni siquiera un solo herido ese día.
Lo más curioso es que el canciller acusa a los medios privados nacionales e internacionales de ejercer un “terrorismo mediático”, pero yo veo que su discurso es muy buen terrorismo mediático.
Oscar Pérez no era un terrorista, pero si era un policía molesto e indignado por el nivel tan grande de corrupción que ha adquirido el sector público venezolano incluyendo a los militares y policías, que no son más que el brazo armado de la corrupción, y parte de la misma corrupción. Un sector público en el cual los militares han usurpado las funciones que son exclusivas de los civiles en cualquier sistema con un mínimo de democracia.
Sin hablar de las políticas económicas dañinas que a propósito desde el 2003 se vienen aplicando (digo “a propósito” porque esas políticas crean y mantienen la plataforma de la corrupción), políticas que son la causa de que actualmente un kilo de carne en Venezuela valga el salario de quince días, un kilo de queso común cueste el salario de veinte días, y quince huevos el salario de una semana.
Lastimosamente, como ya dije, Oscar Pérez cometió el error de tomar ese día un helicóptero y asustar a civiles.
Con eso lo que logro fue: 1) que todos supieran su identidad, y 2) que lo etiquetaran de “terrorista”… en cuatro palabras: “cavó su propia tumba”.
Hubiese sido más eficaz para su rebelión, mantenerse incógnito, al igual que lo hizo Hugo Chávez, que se mantuvo desconocido a nivel nacional hasta contar con el apoyo militar suficiente para ejecutar su intento de golpe de estado el 4 de febrero de 1992… antes de ese día casi nadie conocía a Chávez, pero el se dio a conocer en el momento justo y no antes… le faltó a Oscar Pérez el cálculo que tenia Chávez.
Las operaciones de Oscar Pérez fueron bastante limpias, sin pérdidas humanas que lamentar, ni heridos.
Vean como Oscar Pérez realizó una operación limpia en el asalto a un puesto de la Guardia Nacional el 18 de diciembre de 2017:
Ni Oscar Pérez ni sus 5 compañeros eran terroristas, y tampoco merecían la muerte que les dieron.
Se que hubo bajas del otro bando (2 muertos y algunos heridos) pero lógicamente que Pérez y sus hombres, estando entrenados y armados, no iban a dejarse matar como unos pollitos.
No estoy justificando las dos muertes del lado del gobierno, pero la diferencia de fuerzas era descomunal: más de 200 hombres, varios automóviles blindados, una tanqueta, armas y explosivos de guerra… todo usado en contra de solo seis hombres arrinconados en un chalet, armados sí con fusiles y granadas, pero en clarísima desventaja armamentística.
Y al final de todo, dos cohetes lanzados con una bazuca, pero solo el segundo cohete fue grabado en video… fijate en este video que ya la segunda planta del chalet estaba destruida (ya había sido bombardeada):
¿Se dan cuenta porque no confío en la palabra del gobierno? … ¿quien puede confiar en la palabra de personas que abusan de su superioridad en fuerza?
Oscar Pérez cometió un error de estrategia y eso lo llevó a la muerte, pero sin duda era un hombre valiente y con valores, y este post lo escribí para dar testimonio de ello… para dejarlo claro a quien no lo tuviese claro, y para desmontar las injurias que profieren ciertas personas en televisión, quienes pretenden resplandecer con falsos fulgores de humanismo.
Esta canción fue dedicada en su época (1974) a otro país sudamericano (Argentina), pero creo que su letra se aplica muy bien a la Venezuela actual.
Espero que les guste.
Un nuevo blog de opinion.
¿Qué es Derecha y qué es Izquierda en Ciencias Políticas?.
Mi abuelo decía que a quien hierro mata no muere a sombrerazos, cuando alguien toma las armas para luchar no puede esperar que le lancen flores. Sobre responsabilidades de uno u otro lado debo decirte que en la guerra siempre habrán muertos por eso estoy de acuerdo con la rebelión de Gandhi que fue capaz de sacar de la India al Reino unido sin disparar una bala. Esos son los ejemplos que hay que tomar no los que se han tomado hasta ahora.
Saludos caballero... celebro que nombre a Gandhi, pero no creo que el estilo de Gandhi sea aplicable a Venezuela... son casos muy distintos... de todos modos respeto tu opinión, y gracias por leerme.