Un encuentro con mucha hambre

Cuando crees haber conocido el amor de tu vida es que valoras el dinero

Esta anécdota me ocurrió visitando la ciudad de Caracas el 2016, conocí a Beatriz quien lucía muy encantadora usando un sombrero de paja para taparse del sol en una calurosa plaza.

Usando mis habilidades de socialización, logré sacarle muchas risas y hasta quitarle su número telefónico para conocernos mejor, la excusa del principiante que no falla, de esa manera me mostró algunos lugares que le agradaban visitar y a medida del día notaba que la chica parecía más alocada que yo, pues solo le gustaba caminar a lo largo de las plazas y buscando sitios de comida rápida.

Ahí empecé a sospechar que sólo me usaba para comer pero no me importaba, al final yo estaba interesado en ella y ver si me comía sus atributos.

Luego de varias horas y de haber comido unos hot dogs, ya estaba en confianza con Bea, me llevó a conocer su hogar donde había muchos vecinos que pasaban el rato cocinando en su cocina, fumando cigarrillos en su sala y escuchando música a todo volumen. Justo en ese momento ya sabía que me encontraba en un aprieto con una desconocida y que podría no salir vivo de Petare, un sector muy peligroso de Caracas, pero bueno, yo que solo quería ligar con la chica terminé encerrado en un cuarto con un tipo que no sabía si estaba enfermo o era su marido pero me vi forzado a sacar el dinero restante para ¡comprar más comida!

En ese momento había perdido el apetito, las ganas de ligar y hasta el sueño, sólo me quedo reír hasta el final y comer unos huevos revueltos con refresco sólo para pensar como volvería a casa ubicada en otra ciudad en una pieza. La moraleja, apartarse de las mujeres bellas que sólo quieren comer, o perderás hasta tu dignidad en el proceso.

Es una triste historia versionada de hechos reales, ¡contada con mucha gracia y tristeza a la vez!