Creatividad: 5 hábitos simples para desarrollarla

La verdad es que la creatividad está más relacionada con nuestra capacidad para resolver problemas que con nuestra capacidad para dibujar.

Estimular y desarrollar la capacidad creadora cambia significativamente nuestra vida y estructura mental, pues nos hace más brillantes, más imaginativos, solidarios, más humanos y mucho más divertidos, conectándonos con nuestras pasiones y nuestra esencia.

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Con-tacto:

Sencillos actos como tocar los granos y verduras cuando vamos al mercado en lugar de comprar los que vienen ya empacados, sentir la textura del sofá o acariciar a nuestras mascotas, estimulan las terminaciones nerviosas de nuestras manos que conectan directamente con nuestro cerebro, activando nuevas áreas y creado nuevas conexiones por donde la información podrá viajar, esto se traduce en reflejos más rápidos, comunicación más efectiva y una mejor memoria.

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Observar:

Hay una diferencia entre mirar y observar. Observar implica detenerse (realmente hacer una pausa) para apreciar y absorber con total entrega una imagen a través de la vista.
Visitar galerías y museos en nuestros momentos libres es un estímulo maravilloso para la imaginación, podemos también detenernos a observar graffitis y murales en la calle, o sencillamente observar nuestro entorno con detenimiento.
Observar detenidamente colores y formas, permitiéndonos disfrutarlo aún si no lo entiendemos (no siempre tenemos que entender lo que vemos) nos hará más conscientes de nuestro entorno, más observadores y con el tiempo nos ayudará a pensar más rápido. La observación nos permite expandir nuestra forma de pensar y entender el mundo, alimenta nuestra cultura visual y relaja la mente al silenciarla por un instante.

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El sentido Esencial:

Aunque resulte muy cómodo el delivery y es divertido comer fuera, tomémonos un tiempo de vez en cuando para cocinar en casa, sobretodo si lo hacemos en compañía de familia y amigos, puede ser muy estimulante.
Las texturas de los alimentos y los aromas al cocinarlos pueden inconscientemente recordarnos escenas positivas de nuestra vida y despertar en nosotros nuevas formas de percepción.
Al ejercitar nuestros sentidos a diario con este tipo de estímulos, logramos mejorar nuestra percepción del mundo, de la vida y de las cosas, nos vamos haciendo más optimistas.
Es de gran ayuda el uso de flores, velas e inciensos, también funcionan y no requieren demasiado esfuerzo.

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Más música:

La música cambia nuestro estado de ánimo de manera instantánea, detona recuerdos, ideas y estados de ánimo. La frecuencia de la música además modifica la frecuencia de nuestro propio cerebro, lo que significa que el sonido es un canal ideal si queremos “ejercitar” nuestra estructura mental.
El mejor estímulo es el desconocido, uno al cual nuestro cerebro no esté muy habituado, por lo que de vez en cuando es recomendable escuchar un género distinto al que escuchamos con frecuencia, buscar música nueva, escuchar vinilos (¡nada como los vinilos!) o escuchar música clásica, está comprobado que el efecto Mozart estimula regiones del cerebro que nos hacen más creativos. Las cuatro estaciones de Vivaldi es un buen lugar para comenzar si no le has dado aún una oportunidad a la música clásica (; .

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El sexto sentido:

El sentido háptico es quizás el menos conocido, sin embargo es el primero que desarrollamos (desde antes de nacer) y es es esencial para el desarrollo de nuestra mente y de los otros sentidos. La percepción háptica tiene que ver con nuestra capacidad para “sentir con el cuerpo”, se refiere a como desciframos sensaciones e información no visual y no auditiva. Un buen ejercicio es sentir los espacios, solo basta con cerrar los ojos e intentar percibir que tan grande o estrecho es el lugar donde nos encontramos, la rigidez o textura de nuestro asiento y sentir (siempre con los ojos cerrados) la distancia de los objetos cercanos, con la práctica nos daremos cuenta cómo entramos en contacto con sonidos y sensaciones en las que no habíamos reparado.

Reconectando con nuestra capacidad creadora hacemos nuestra mente más flexible y será mucho más fácil aceptar y asumir riesgos, liberándonos de restricciones innecesarias.