Me vi en un sueño donde no podía volver a mi cuerpo.

Hola queridos amigos, en esta oportunidad les contaré un sueño que parecía tan real que casi se me sale el corazón por la boca. Cuando pude abrir los ojos y tomar un poco de aire, salí corriendo al cuarto de mi hijo.

Los deberes en el hogar y los compromisos diarios hacen que me acueste a dormir muchas veces pasada la media noche. Cansada, agotada, agarrar el sueño no es nada difícil. Caigo sumergida en un sueño profundo y de repente abro los ojos, me veo acostada con mi típica bata de dormir y mi cabello desordenado en toda la almohada, lo primero que pienso es: que mal me veo dormida, con razón sigo sola. Dejo salir una pequeña sonrisa y quedo viendo cada rincón del cuarto. Se me viene a la mente mi hijo y salgo directo a su cuarto. Logró abrir con delicadeza su puerta y lo veo acostado completamente arropado, algo que me pareció extraño porque mi hijo suele dormir sin sábanas y la temperatura no estaba muy fría como para estar así. Me acerco, descubro su cara y lo tocó por el cuello para asegurarme que no tenía fiebre.

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En el momento que pongo su mano en el cuello, mi hijo comienza a hablarme: mamá qué haces aquí, tú deberías volver a tu cuerpo. Yo le dije: No pasa nada, solo estoy viendo que no tengas fiebre, estas muy arropado.

Él se ríe y me dice mamá, no entiendes que estás fuera de tu cuerpo y que eso no es normal, si te pierdes aquí, más nunca volverás a verme. Esas palabras me llenaron de miedo, sentí como la piel se me erizaba, y recordé verme dormida. Salí rápido de su cuarto y llegué al pasillo, un pasillo distinto al de mi casa, todo estaba oscuro. Comencé a sentir como el corazón me latía muy rápido, la piel se me ponía helada y erizada. Estaba llena de miedo, no podía hablar, solo pensaba: Dios, no me dejes aquí, ayúdame por favor... ayúdame. Comienzo a buscar desesperada la puerta de mi cuarto, sentía que algo me veía entre la oscuridad, y cada vez respiraba más rápido y llena de miedo.

Sentí que pasó una eternidad en el camino hacia mi cuarto, cuando logre entrar, veo mi cama sola, no estaba mi cuerpo en ella, me llene de pánico y comencé a gritar, "dónde estoy". Me di vueltas en el cuarto buscando a ver dónde me veía y nada. Estaba demasiado asustada, mi cuerpo temblaba, se erizaba, mi corazón se escuchaba latir, y en mis pensamientos repetía: Dios, no quiero morir, ayúdame... ayúdame por favor.

Mi cuarto se hacía cada vez más oscuro, me agitaba cada vez más, estaba desesperada. Decidí entonces acostarme en mi cama y rezar el padre nuestro, no lo recordaba bien, después de tres frases no recordaba que seguía, pensaba Dios ayúdame. Y volvía a comenzar.

Cierro los ojos y comencé a pensar en mi hijo, mi familia, mis hermanos, comencé a gritar ayúdenme pero parecía que no me salía la voz. Mi cuerpo temblaba demasiado, mi corazón demasiado acelerado, pero algo vino a mi pensamiento: la voz de mi hermana (Ella es cristiana, y en una conversación me dijo; cuando te sientas aturdida o en un momento de desesperación por algo que no sea normal di en voz alta: La sangre de Cristo tiene poder).

Trate de hacerlo pero no me salía la voz, no venían las palabras a mi boca, tenía miedo, lloraba, temblaba y solo pensaba: La sangre de cristo tiene poder, y la tensión en el cuarto aumentaba sentía más pánico, miedo, pero aun así seguí repitiendo esas frases, La sangre de cristo tiene poder, La sangre de cristo tiene poder, La sangre de cristo tiene poder. Hasta que pude gritar. creo que lo grité muchas veces, y mientras más lo hacía veía como la oscuridad se iba retirando de mi hasta despejar el cuarto, no hice más que llorar.

En ese momento desperté, sentía el corazón acelerado, mi respiración agitada, y sentía lágrimas en los ojos. Corrí y prendí la luz e inmediatamente me fui al cuarto de mi hijo, me metí en su cama y lo abrace, el solo me pregunto: ¿qué tienes mama?, yo le dije nada hijo, solo un mal sueño.

Y ahí me quedé, acostada abrazándolo, sin dejar ninguna parte de mi cuerpo fuera de las sabanas. Y en los momentos donde iba nuevamente a quedarme dormida, me despertaba, así estuve hasta que amaneció.

Solo puedo decir que fue una experiencia bastante desagradable, estaba llena de pánico, no quería dormir, logre contarle a mi hermana y esa tarde me visitó y me habló de muchas cosas.

Gracias a Dios fue solo un sueño, desde ese momento no me quedo dormida sin antes orar y agradecer a Dios por todo.

Gracias por leerme, saludos a todos.