Relato: En la mente de un suicida.

Otra vez , me puse a pensar en la mejor manera de morir. Tengo 27 años, y me siento cansado. ¿Cómo puede un joven sentirse cansado a tan temprana edad? Es una de las cosas que me hacen sentir miserable. Veo gente a mi alrededor llevando vidas más duras y más cansadas, y siguen con ánimo, con energía, son muy fuertes. O quizás yo soy demasiado débil.

Sentí la necesidad de lanzarme frente a un carro, pero me dio miedo que el conductor también sufriera. Sólo quiero sufrir yo. Sólo quiero que se acabe la sensación de no ser bueno para nada. Ni para nadie. La vida perdió sentido, las cosas que hace días me animaban de pronto ya no me importan. Siento que solo quiero desaparecer.

La primera vez que intenté suicidarme tenía 16, conservo las tres cicatrices en las muñecas. Todos pensaron que era un intento de llamar la atención. En un momento también lo pensé. Me sentí mal por decepcionar a todos. Con el tiempo me di cuenta de que estar triste no se acababa. De que sentirme solo no terminaba aunque tuviera a muchas personas a mi alrededor. Mi problema siempre he sido yo. Y no puedes escapar de ti mismo, no puedes dejarte solo, no puedes separarte de ti. Así que hoy divagué en las formas que me gustaría morir.

Pensé que ahorcarse no es un buen espectáculo para el que consiga tal evento, así que quedaba descartado. Cortarse duele, mis muñecas no serían infalibles ante eso. La sobredosis se controla. Lanzarme de un edificio, ¿y si quedo vivo y parapléjico? No puedo arriesgarme. No tengo un arma para apuntarme a la sien. Y ya saben lo que pienso sobre lanzarse a un carro.

Llegué a la conclusión de que ahogado sería la mejor manera. Estaría solo, en la inmensidad del mar. O de un río. Nadaría, lucharía, y finalmente me rendiría. Hallaría la paz que tanto busco al rendirme por una buena razón. Al poder decir que ya, estoy cansado de nadar. Sería simbólico, y perfecto.

Lástima que no tengo un mar cerca.

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