Lo bueno de lo malo.

Me considero de ese estilo de personas que es fácil de ilusionar. Yo soy soñadora, creo en lo bonito, hago planes y me creo expectativas. Supongo que es algo sano hasta cierto punto, es bueno tener la mirada en el cielo mientras los pies se mantengan en tierra. Lo cierto es que hoy era un día con muchas expectativas, iba a conseguir algo y estuve esperando a la persona que podía dármelo (que no llegó) durante más de 4 horas. En ese tiempo medite muchísimo.

Pensé en que bajo ciertas circunstancias, podría este día ser catalogado como algo negativo. Así que recordé las palabras de mi mami: "hay que verle el lado positivo a un mal día".
Pasé rato intentando conseguir el lado positivo a haber esperado durante cuatro horas y no haber podido hacer más nada durante la mañana que eso. Cabe destacar, que esperaba en una clínica, así que observé y me di cuenta de que:

1. Yo esperaba por trabajo, había más de un paciente esperando por atención.
2. Yo estaba tranquila sentada, habían familiares llorando a pacientes muy enfermos.
3. Pude estar en casa haciendo nada por nadie, durante mi tiempo de espera hablé con los pacientes, regalé una que otra sonrisa de empatía y la gente que iba malhumorada también sonrió, vi reír a un niño a carcajadas y también reí yo, practique el arte de la paciencia, y le entregué mi día a Dios.

Como no puedo sacar todo lo positivo a expensas de las otras personas, decidí hacer cosas positivas yo:

1. Camine y respire hondo, vi a mi alrededor y fui consciente del paisaje que me rodeaba.
2. Conseguí un gimnasio a buen precio.
3. Vi donde comprar verduras de buena calidad y cerca de mi casa.
4. Me compré panes dulces para darme un gusto.
5. Encontré este aguacate bonito (soy adicta al aguacate, y este está divino)

En conclusión, en las pequeñas cosas están las alegrías. Ser feliz no requiere de mucho, no requiere de cosas, no requiere de momentos, ni siquiera requiere de tener un "buen día". Solo requiere de ti y de que tú quieras estar feliz.