Allí estaba ella, envuelta en una mezcla infinita de aromas cítricos y vainilla, una delicia, aroma de dioses. La mire, una y otra vez, un día tras otro, soñaba con su hermoso rostro todas las noches, y volvía todas las tardes a la misma hora porque sabía que era su turno en aquella pastelería donde a diario me sentaba en la misma mesa solo para respirarla cuando pasara a mi lado.

Hoy me levanto, decidido a hablarle y a decirle algo más que mi orden de todos los días: un doble expreso y pastel de manzana. Es increíble que en todo este tiempo solo le haya mencionado estas palabras acompañadas en ocasión de un "hola" o un "gracias", y a veces de una leve sonrisa. Me siento nervioso, no entiendo por qué. De tan solo pensarlo un sin fin de sensaciones revolotean dentro de mí.

Hoy es el día, me digo a mí mismo "si puedes cobarde" y al salir del trabajo voy hacia el rumbo que llevo semanas dibujando.

La veo a través del vidrio, es perfecta para mí, su cabello negro y ondulado, sus curvas, sus ojos oscuros, su piel... Me tiemblan las piernas, el deseo se apodera de mí y titubeo por un momento, cierro los ojos y repito "vamos cobarde". Con un paso decidido y a la vez dudoso me encamino hacia mi destino.

Hoy me decido por una mesa distinta a la de siempre, es mi declaración de que hoy será un día distinto. Puedo notar su asombro por mi decisión de último momento, aun así sea acerca a mí para tomar mi orden.

Hola, ¿Cómo estás? ¿Lo mismo de siempre?

Hola, hoy estoy más que bien. De hecho hoy tomaré un té helado y una porción de torta de zanahoria. – y a ti si me dejas… -.

No sale de su asombro, su expresión es de total sorpresa al escuchar mi respuesta.

Caramba, debió ser un excelente día para ti, me alegro mucho. Enseguida traigo tu orden.

Se aleja con su tímida sonrisa, que alumbra la cafetería y mi alma también. Abro mi libro y sonrío pero internamente.

Escribo una nota y la doblo cuidadosamente, espero paciente mi orden aunque confieso que es lo que menos me interesa en estos momentos.

Miradas furtivas, sonrisas traviesas, todo indica que estoy loco por ella y quizás ella sienta algo también. Ya pronto lo sabré.

Es momento de pedir la cuenta, y junto al pago dejo la nota que dice afuera “Para ti…”. Salgo de la cafetería y me dirijo a casa. Ahora solo me queda esperar.

Debo confesar que es la peor parte, esperar… Doy vueltas de un lado a otro, me siento en el sillón, enciendo el televisor sin poder centrar mi atención en ningún programa, me levanto de nuevo y voy hacia el refrigerador, necesito algo frío para calmarme, y quizás para calmar algo más. Reviso mi teléfono celular y pienso: ¡Carajo! ¿Dónde estás?

Me quito la ropa pues de repente siento un calor infernal, abro la ventana del cuarto y me tiro en la calma. De verdad que la espera no es para mí. Decido ir a dormir, y justo cuando apago la luz suena un mensaje de texto en mi teléfono. Lo reviso resignado a que es algún mensaje de mi hermano o de algún compañero de trabajo. Tomo el teléfono y es un número desconocido, lo abro y solo dice: Hola.

No puede ser, ¿Será ella? Me dispongo a contestar cuando llega otro mensaje: ¿Puedes abrir la puerta?

Salgo disparado hacia la puerta, ¿Qué es esto? ¿Cómo sabe dónde vivo? ¿De verdad es ella? Observo por la mirilla de la puerta y solo pienso – ¡Oh por Dios! No lo puedo creer, me apresuro a abrir y la veo ahí. Lo primero que distingo es su olor a flores que para mí es único, no puedo pensar y me quedo paralizado frente a ella. Un segundo después se abalanza hacia mí. Nuestro primer beso es mucho más de lo que pude imaginar jamás, su esencia es exquisita, no quiero soltarla jamás.

Demasiada ropa, debo eliminar todo lo que me impide tocar su hermosa piel. Su abrigo cae al piso, lo sigue su franela de Nirvana (es que hasta buen gusto musical tiene.) No puedo dejar de besarla, de sentirla, de tocarla. Debo tenerla, debe ser mía, el deseo aumenta y aumenta con cada segundo que pasa. Debo saberlo primero, debo preguntarselo y entonces despego mi boca de la suya porque tengo que verla, debo saber si es verdad... La miro a los ojos, se sonrie levemente y dice:

Hola.

Hola hermosa, dime por lo menos ¿Cómo te llamas?

Sonríe traviesa y nos besamos de nuevo. Esta vez más intenso. Mis manos bajan hasta el broche de su pantalón que se abre gustoso, debo tocarla y debo hacerlo ya. Exploro su lugar secreto y se nota gustosa de sentir mi presencia justo allí. Lo siento en su respiración, mucho más acelerada. Lo siento en su temblor, que me invita a seguir más allá. Lo siento en su piel tibia y llena de deseo. La llevo a la habitación y la dejo en la cama. Terminamos de quitar la ropa que ahora mismo está de más.

La quiero toda, la necesito ya. Estoy sobre su cuerpo, y la beso con todo de mi, esperando que me de todo de ella. Beso su cara, su cuello y voy bajando poco a poco, conociendo cada centímetro de su piel. Recorro sus pechos perfectos, y vuelvo a posar mi mano en las puertas de su sexualidad. La escucho gemir una y otra vez hasta que ya no puede mas y se deja ir.

Es hora, ya no aguanto más, ¡tengo que hacerle el amor ahora! La miro a los ojos, pidiendo su aprobación y no vacila ni un instante en abrir sus puertas nuevamente para mí, las puertas del deseo, las puertas del cielo.

Cierro mis ojos y me preparo para sumergirme en su cuerpo, los abro de nuevo y no puedo creer lo que veo. Me encuentro en la vidriera de aquella cafetería, mirándola desde lejos y sintiendola tan cerca. "Cobarde..." Cuando me decido a retirarme siento que alguien toma mi mano, volteo y es ella.

Deja un papel en mi mano, sonríe y se va. Abro el papel sin poder creerlo y puedo leer:

Me llamo Jazmín seguido de un número telefónico.

Sonrío para mis adentros, la busco y me está mirando desde el mostrador. Me pica un ojo y sigue en lo suyo.

Me encamino a casa, a preparar todo para saber si mi sueño por fin se hace realidad...

Fuente

Gracias @josecito por la iniciativa y a todos los chicos del grupo por participar. Suerte para todos

@anabel23