Jugando Ando
Dos célebres jugadores rusos, Attakinsky y Defendarov, jugaban una apócrifa pero histórica partida de ajedrez. Ya se había extinguido el fragor de la contienda y sólo deambulaban, desorientados, pálidos trebejos en escaques fríos y vacíos...
Los mirones no entendían por qué los contendientes seguían jugando, no había posibilidad de sorpresas en aquel terreno árido. Lo cierto es que había en todo aquello una profundidad filosófica que sólo podía ser comprendida por el alma de un ajedrecista plenamente iluminado.
Uno de los jugadores, quien no había penetrado aún en el nirvana de los grandes maestros, decidió poner fin al sinsentido de aquella querella. Habló a su oponente y su oponente le contestó, dando lugar al siguiente diálogo, sólo apto para "yedis" entrenados en las artes:
¿Acepta usted el empate?
—No.
El jugador mira el tablero otro largo rato y vuelve a preguntar:
¿Juega usted a ganar?
—No.
¡Entonces empate!
—No.
Extrañado:
¿Juega usted a perder?
—No.
Y entonces... ¿Qué es lo que quiere?
—Jugar...
Créditos del texto: Amaponian Visitor (@amaponian)
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