Vacío
Sentado aquí en la penumbra, alumbrado con la poca luz de mi cigarrillo, continuo preguntando una y otra vez ¿es mío?, ¿fue mi culpa?, ¿Dios me castigo?. Sigo martirizándome con estas preguntas recurrentes, todavía hay un vacío producto de mi vida irresponsable.
A mi vida llegó una mujer emprendedora que pudo pescarme, pero con el pasar del tiempo, el matrimonio se hizo aburrido y fue más fácil sumarme al desorden, a la mentira y a la infidelidad que pretender resolver los conflictos.
Recuerdo ese día, estaba en un hotel con una de mis estudiante, debatiendo pero no precisamente de contenido académico, sino erótico y sexual. De pronto, se me acerco la mejor amiga de mi esposa. Ella no se sorprendió y me dijo: Decide o le dices tú o le digo yo. Efectivamente, al día siguiente, ella le contó a su amiga, sobre mi conducta inapropiada y mi esposa reaccionó sacándome de la casa.
Hice todo para recuperar a mi esposa, nos reconciliamos con ciertas reglas, las cuales rompí por mi falta de inmadurez y repetí la historia con la misma estudiante. Una vez más me botaron, volví a extrañaba a mi esposa, ella impuso dos condiciones, una de ella romper la relación tóxica y la otra condición, dejar mi trabajo. Cumplí con las condiciones y todo cambio entre nosotros, supe que la amaba, pero ella ahora era una mujer desconfiada.
Con el pasar de los meses nos enteramos que la otra chica, estaba embarazada y sorpresa el padre del feto era yo, surgió un nuevo drama. Mi esposa me exigió realizar la prueba de ADN para reconocer al niño, de lo contrario nos separaríamos; la otra chica se ofendió, se negó y la familia la apoyo. Ella decidió vivir lejos y no supe más de su existencia, ni del niño; lo que si estoy seguro es que, me convertí en ese entonces en un hombre frágil, ya que, no fui un sujeto firme para enfrentar el problema.
Mi esposa quedó en cita y por mi cabeza pasaba que si el sexo del feto era varón, significaba en un supuesto que, el otro niño entonces, si era mío. Sin embargo, se nubló ese pensamiento con el nacimiento de mi primogénito y a los pocos días de nacido convulsionó, producto de tener el cordón umbilical en el cuello, fue diagnosticado con parálisis cerebral.
Mi cabeza colapsó y pensaba es un castigo por el daño que le hice pasar emocionalmente a dos mujeres, era más fácil atribuir el error a un castigo que aceptar mi culpa. Nunca dejaré de reprocharme, porque mis actos corruptos siempre estarán presentes; por ello, vengo una vez al mes a este lugar solitario para que mi cabeza vuele y recree una vida distinta compartiendo con el otro niño y su relación con su “hermano”, nunca lo sabré, así que, continúo vacío e incompleto.
Gracias por participar en el concurso de escritura de @Fuerza-Hispana.