Esto es real. Ocurrió en nuestra familia. Recientemente nos vimos involucrados en una serie de acontecimientos relacionados a estos factores de vida.

Sorprendidos, pudimos presenciar cómo se iban cuatro de nuestros miembros, no sólo familiares, sino solidarios amigos, cada uno de generación diferente.

El primero en partir fue Luis, sobrino y ahijado, con tan solo treinta años de edad y un mundo por delante. No lo podemos entender. Sólo lo asimilamos, lo tuvimos que sufrir. Sus padres, inconsolables, aún no entienden a qué se están enfrentando. Luego se fue Francisco, sexagenario de la mejor estirpe. Hombre valiente y trabajador. No entendemos por qué pasó eso, si aún le quedaba mucho por dar. Lo siguió Rafael, de escasos cincuenta años. Excelente padre, necesario aún. Se llevó un gran conocimiento técnico. Nos legó su familia. Luego se fue Humberto, mejor amigo y excelente compañero de jornadas inolvidables en la pesca. Nos deja un gran vacío.

Todo esto es muy triste. Juntos en la iglesia, mientras los adultos oíamos la misa, afuera, en el jardín, los niños de nuestra familia, jugaban y se divertían, inocentes del drama que todos los mayores estábamos viviendo. Cuatro muertes dolorosas, independientes unas de otras. Consecutivas. Perturbadoras. Sólo coincidieron en el tiempo y también, con esas vidas que los vienen a relevar. Esa es la generación de relevo, que viene a suplir las ausencias de quienes partieron primero. Cada uno aportó algo a su manera y en su momento. No hay edad fija para eso.

Mientras se vivían estos acontecimientos, pude notar que cada quien asume el duelo a su manera. Unos enferman de tristeza, otros sólo lloran y siguen adelante. Los demás asumen lo ocurrido como algo inevitable y continúan luchando para cumplir con la misión que les dejó el ser querido que ha partido.

Definitivamente, no hay edad fija para morir, sólo para nacer. Y tampoco hay edad determinada para aportar cosas dignas a la sociedad. Tal es el caso del recién fallecido Stephen Hawking (1942-2018), quién desde muy joven hizo grandes aportes en áreas como la cosmología, física, astrofísica, matemática y logró la divulgación científica de sus aportes, a pesar de sufrir una terrible enfermedad degenerativa severa, conocida como esclerosis lateral amiotrópica.

Es definitivo, no hay patrones de edad para triunfar, ni para morir. Mientras transcurrían los nueve días de misas para cada difunto de nuestra familia veíamos llegar gente de todas las edades a la iglesia y durante la última noche de uno de esos novenarios se presentó José, junto a su esposa y una bebé,de apenas un mes de nacida. Hermosa, inocente, con su trajecito elegante y vistoso. De inmediato me dije: