Hoy he vuelto a pensar en ti. Como siempre. ¿Dónde estás ahora, amor?
No sé nada de ti desde aquel fatídico día. No escucho la contagiosa melodía que surge de tu hermosa lira. Tu sonrisa y tu melodiosa voz permanecen dentro de mí, dentro de mi corazón, como el más bello de los recuerdos. Entre estas sombras, pensar en ti es para mí como una luz brillante. Definitivamente, el amor que ambos sentimos es como la llama de fuego que se niega a morir.
¿Dónde estás, amado mío, que no te veo?
En este lugar, la tiniebla lo cubre todo. ¡Aquí, jóvenes, viejos, niños, mujeres, todos, nos encontramos en la más profunda oscuridad! Tú estuviste aquí y pudiste percibir cómo es esto… ¡Dolorosamente, somos los seres privados de la luz!
¿Por qué tuve que llegar a estos lares? ¿Por qué no pude seguir a tu lado? ¡Que alguien me lo aclare! ¿Por qué tuve que ser yo la perseguida por el ingrato Aristeo?
Ojalá pudiera tener nuevamente la dicha de escuchar tus canciones para adormecerme en tus brazos… como en aquellos tiempos que tanto disfrutábamos. ¿Los recuerdas, amor? ¿Recuerdas que, tomados de las manos, solíamos pasear por los fértiles campos para contemplar su verdor? Luego nos deteníamos bajo una encina, fatigados de tanto caminar, y tú me alegrabas la vida, me resucitabas, cuando comenzabas a interpretar, con la ayuda de tu lira, tus canciones favoritas, maravillosamente, solo para mí.
¡Oh, amado mío, cómo quisiera tener otra oportunidad para irme de aquí, para escapar de aquí!
Nunca podré olvidar aquella vez cuando bajaste a estos lados a buscarme, después de mi primera muerte. Cuando conmoviste a los duros corazones de los dioses y de los monstruos infernales, con tu ruego, con tu canto, pidiendo que fuera yo devuelta a la claridad, a la vida, ya que estabas dispuesto a quedarte aquí si no era concedido tu deseo. Como siempre, te admiré profundamente, por tu valentía y porque ese día tuve la dicha de sentirme, como nunca, la mujer más amada que sobre la tierra podría existir. Pero, mi amor, no te preocupes, aunque no estoy bien aquí, yo te he perdonado por haber volteado…

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