Para empezar este post, debo decir que la bella @evagavilan me ha invitado a participar en este simpático (y, al mismo tiempo, difícil) Reto: 10 Libros que te llevarías en caso de emigrar. Citaré (con algunas modificaciones) sus palabras, publicadas en el post que lleva ese mismo nombre:

Ocurren situaciones que antes no eran habituales y eso nos hace reflexionar. En esta ocasión he sido nominada por @chretien a un reto aparentemente sencillo que surgió a raíz de la publicación de mi post Libros que marcaron tu vida.

Bases

Solo hay que hacer esto:

1.-Una lista de 10 libros que te llevarías al emigrar

2.-Explicar por qué

3.- Luego pasar este reto a alguien más.

Hacer esta selección no ha sido un trabajo fácil. Primero me pregunté si yo emigraría de mi país. Y aunque por los momentos no tengo esa opción en mi camino, si me tocara hacerlo, no me negaría a esa posibilidad. Amanecerá y veremos. También me pregunté: ¿si me fuera por qué debería cargar conmigo 10 libros, si estamos en tiempo de tecnología avanzada y leer un libro electrónico es de lo más cotidiano? Y obtuve tres respuestas: 1) el olor de un libro en físico no tiene comparación con nada más en la tierra; 2) un libro electrónico no se lee jamás de la misma manera que el físico; 3) cada libro que llega a tus manos o a tu casa es un amor más al que debes amar, mimar y dejarte querer por él o perderte en él y allí radica la difícil decisión.

Si tendría que irme a otras tierras, donde seguro no habrá los líos de publicación que hay aquí en Venezuela, lo más seguro es que en ellas encontraría fácilmente algunos de los que quisiera llevar en la maleta porque forman parte de mi formación académica, lingüística y literaria. Solo nombraré unos pocos, entre muchos:

- Don Quijote de la mancha, de Miguel de Cervantes

- Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Haruki Murakami

- Obra poética completa de César Vallejo, de la colección Ayacucho

- Cien poemas, de Constantino Cavafy

- Diccionario gramatical y de dudas del idioma, de Emilio Martínez Amador

Pero, finalmente, la prioridad que establecí para poder seleccionar los 10 libros que me llevaría en ese viaje es ―en principio― sentimental, ya que sus autores son mis amigos. Lógicamente, me refiero a escritores que viven o vivieron en la ciudad de Cumaná, donde hice mi carrera universitaria y donde vivo actualmente. Me llevaría sus libros porque son de altísima calidad literaria y eso me permitiría dar a conocerlos en otras tierras donde pudieran ser desconocidos o poco leídos. Como solo son 10, que me disculpen aquellos autores-amigos que no pude incluir y cuyas obras dejaría con un gran pesar en mi corazón.

A continuación esta sería la lista de los 10 libros seleccionados, sin que el orden de aparición signifique la importancia que cada uno de estas publicaciones representa para mí:

• Un sueño comentado (2004), de Rubi Guerra (@rjguerra), interesante colección de cuentos que reflejan parte de la vida de la Venezuela de la primera mitad del siglo XX. En este libro se mezclan el humor, la memoria, las contradicciones, la ironía…. Cito a continuación un pequeñísimo extracto de su cuento Caso perdido (p. 17):

En efecto, Erasmo estaba viviendo lo que se llamaría un “tórrido romance” con una de las ficheras de un tugurio sombrío mitad burdel, mitad guarida de delincuentes.

• Los jardines de Salomón (2008), de Liliana Lara, quien “ha construido un libro fascinante donde se funden con maestría el horror, la compasión y el humor”, tal como se reseña en la contratapa. Aquí va un abreboca de Vietnam (p. 55):

Mi abuelo se la pasaba en un bar llamado Vietnam. Muchas veces, a petición de la abuela, fuimos a buscarlo (mejor sería decir: a sacarlo o arrancarlo de allí).

Fuente

• Las cenizas del bastón (2017), de Eva Gavilán (@evagavilan). “Este relato en filigrana de realidad e ilusiones, trenzada entre Cumaná y algún pueblo de España, también puede servir como alegoría para esta nuestra ciudad que clama por buenos afectos que la saquen de la oscuridad política y estructural donde, desde hace mucho tiempo, la han sumergido”, dice Oswaldo Acevedo en su reseña.

• Cartario (2011), de Silvia Dioverti. Una simpática propuesta sobre las cartas que no han sido abiertas. Se lee en su contraportada:

A veces por la noche, me parecía que las mías cuchicheaban entre ellas quejándose de que no habían sido leídas. Mis ojos, me dije, cuando decidí abrirlas, las sacarán del silencio en que viven y las palabras levantarán el vuelo sobre los techos de la ciudad. Quién sabe si entonces encuentren a sus destinatarios.

• Antología de narrativa cumanesa 1950-2004 (2005), de Oswaldo Acevedo (@oacevedo) y María Celeste Mindler. En este libro se reúnen muestras escriturales de un buen número de escritores de la ciudad de Cumaná, en Venezuela, coincidiendo en esto con @evagavilan. Allí cuenta, por ejemplo, Adriana Cabrera (@adncabrera) en La mujer de la página roja (p. 13):

Declara el ciudadano Wilmer Meaño que decidió atender la llamada de las ancianas con la intención de acabar el trabajo y acostarse luego a dormir. Que llegó a la quinta y comprobó el mal olor e investigó su origen y le pareció que provenía del apartamento de la occisa; al acercarse pudo ver una mancha de sangre en el piso de la entrada.

• Historias de mujeres y ciudades (2007), de Carolina Lozada. Este libro contiene un grupo de relatos relacionados con la muerte “y su posibilidad amenazante en urbes caóticas y violentas.” Veamos en Malabares de fuego (p. 99):

A Laura siempre le gustó la ropa italiana y la buena cocaína. Su vida ha transcurrido entre colegios de señoritas y visas de turista. Su padre tuvo buena visión y la mejor disposición para los negocios.

• Breviario de sombras (1991), poemario de José Malavé (@josemalavem). Podemos encontrar breve poemas, como por ejemplo Ritual (p. 54):

El desterrado abrió la rendija
de todos los días
y llevó el caracol a su oído
para identificar su desasosiego
y sentir el sonido nuevo
de la agonía de siempre

• Los ojos del ángel (2005), de Luis Aristimuño (@antoaristi). Este libro de cuentos tiene protagonistas femeninas que son el eje central de los relatos donde prevalecen el amor, los celos, la violencia, con ese toque irónico que caracteriza la obra de Aristimuño. Así encontramos en Debió oírse al viento soplar (p. 84):

Nunca se había metido en la vida de sus otros hijos. Flor era de las que se iba por días, en esas perreras que coge de golpe y no hay quien la pare. Pero siempre volvía, demacrada, vuelta al revés su terca pretensión de encontrar el “alma gemela”, a incorporarse a las labores de la cocina en las que se sumergía respondiendo con monosílabos a todos sus intentos de hablar sobre aquel despecho. Lo bueno es que nunca estaba así por mucho tiempo. Al poco volvía a bailar por los boliches.

• Luna de greda y arcoiris (2010), poemario de Andrés Rojas Salazar. En el poema Cumaná (p. 48) escribe:

Está así de tan cerca aquí
el azul de la mañana
que parece ser el aire mismo que respiro
y no el cielo brillante de la distancia.

Fuente

• El llamador (1996), poemario de Oswaldo Acevedo (@oacevedo). Y que me perdone por no haber seleccionado su Pharo de las Espheras (2016). En la contraportada de este libro seleccionado aparece lo siguiente: “una voz numérica que descubre los matices en el entorno del hombre y sus misterios”. Cito un fragmento de poema titulado igual que el libro (p. 11):

yo soy, excelencias, vuestras mercedes,
aquel objeto sujeto de la duda
un majadero que pide juicio celestial
soy un solitario en todos los idiomas
soy quien tras el prisma
tuerce su cauce y su caudal
aquel que extravió su rastro por la playa
mientras vosotros fundabais otra estirpe

---

Los nominados para continuar este reto son los siguientes usuarios: @acostacazorla, @libelulaerrante y @marcybetancourt.

Gracias por su visita y sus comentarios