HUNTER CAPITULO 1 (NOVELA ORIGINAL)

in #spanish7 years ago (edited)

“Cacería”


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Ya se había puesto el sol y eso dificultaba la cacería pero no podía descansar, debía estar alerta, en el Bosque Silencioso había criaturas monstruosas de las que siempre hablaban los ancianos, criaturas capaces de devorar a un hombre entero. Las historias eran terribles, hombres que llegaban al Subterráneo descuartizados y en el mejor de los casos sin alguna de sus extremidades, morían desangrados y desgarrados. Los ancianos los llamaban Sangrientos.

Vi cerca de un matorral un pequeño ciervo que rondaba, el brillo de su pelaje me hizo distinguirlo y de inmediato ajusté mi posición. Apoyé con más firmeza mis codos sobre la superficie del tronco y seguí el recorrido del ciervo a través de la lente infrarroja de mi arma. La brisa fría silbaba en mis oídos y se unía a los sonidos de una noche fantasmal, las grandes hojas secas de los árboles se levantaban y chocaban entre sí. El canto de un búho se oyó a lo lejos.

La luz de luna iluminaba un poco el bosque y eso ayudó. El pequeño ciervo comía hojas del matorral distraídamente, no tenía idea de que el peligro asechaba. Detuve mi respiración un par de segundos para poder dar un disparo perfecto pero un sonido entre los árboles me distrajo un instante. Quité la vista del ciervo y miré arriba, a los enormes árboles que nos cubrían. Un sonido de madera provenía de allí, como si alguien, un animal hubiera rasgado el tronco con sus garras en un intento por subir... o tal vez bajar.

Sentí un pequeño escalofrío recorrerme la nuca. Pensar en los Sangrientos hizo que se me acelerara el corazón y sentí que ahora el escalofrío bajaba por mi espalda. “No hay Sangrientos en esta zona” me dije a mí mismo, pero entonces un grueso rugido rompió el silencio. Giré la vista de regreso pero estaba oscuro, miré a través del lente infrarrojo y ya no estaba el ciervo, en su lugar había un charco de sangre roja y espesa, también había sangre goteando de las hojas del matorral.

¿Qué rayos le había pasado? ¿Qué animal pudo matarlo tan rápido y llevárselo en cuestión de segundos? Me puse de pie lo más de prisa que pude. El corazón se aceleró dentro de mi pecho aun más y se activaron todas las alarmas de miedo dentro de mi mente. Miré en todas direcciones tratando de cubrir el mayor campo visual posible. Una brisa helada silvó desde el norte, de nuevo se oyó el sonido de madera rasgada pero era imposible determinar de cuál de los árboles provenía. Corrí.

Corrí con toda la fuerza de mis piernas y la adrenalina llenándome el pecho. Salté por encima de un par de troncos caídos y rodeé los árboles para no detenerme, miré atrás un segundo y solo vi el sendero iluminado por la luz de la luna, ya estaba muy cerca del campamento. Me detuve un minuto a respirar y cuando levanté la vista, vi a unos cuantos metros, el cuerpo del venado destrozado y ensangrentado, me quede atónito por unos segundos. Me tiré al suelo de inmediato sin pensarlo. Mientras mi corazón parecía salirse de mi pecho y en medio de las inmensa oscuridad la luz de la luna solo alumbraba el cadáver. ¿Por qué diablos estaba el venado ahí, tirado como si nunca lo hubiese dejado atrás?

Esperé unos minutos pegado al suelo, tanto como podía, rogando que la criatura ya hubiera saciado su sed de sangre. De pronto un silencio se apoderó del lugar, la brisa no silbaba y ningún sonido se percibía, ni el aletear de las aves, ni el sonido de las hojas secas. Me puse de pie cuando mi respiración se calmó y avancé sin pensarlo hacia el venado muerto, seguramente había sido destrozado por la fuerza de un Sangriento, pero al llegar no podía creer lo que veía. No era el venado, era el cadáver desgarrado de una mujer.

Mis ojos se abrieron como platos y mi respiración se descontroló nuevamente. Las extremidades de aquella mujer estaban dispersas y el charco de sangre parecía ser infinito, incluso alcanzaron mis pies. Ella mantenía sus vacíos ojos abiertos hacia el infinito. Mi estómago se revolvió dentro de mí por el hedor tan intenso que se esparcía por todo el lugar y sentí la necesidad de vomitar, mareado di un par de pasos atrás, había una árbol gigante a mi derecha donde apoyé mi mano y me incliné para vomitar. Tratando de recupera el aliento volteé a ver a la mujer, pero ya no estaba.

Mi mente daba vueltas, estaba a punto de explotar, no entendía qué diablos estaba sucediendo. En lugar del cadáver de la mujer había un hombre mirándome fijamente a los ojos, luego caminó lentamente para esconderse detrás de un árbol, lo seguí tambaleando, apoyándome en los árboles, preguntándome quién era. Pero al caminar detrás del árbol no estaba ese hombre, había una horrible criatura frente a mí, de piel pálida y sus ojos, eran tan rojos como la sangre. Terriblemente rojos y de mirada asesina. Alzó una mano con enormes garras filosas llenas de sangre y antes de que pudiera moverme sentí que sus garras atravesaban mi pecho...


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El dolor me despertó.

Sentía en mi pecho un ardor, como si las garras del Sangriento hubieran en verdad atravesado mi piel. Me incorporé, las emociones del sueño aun estaban a flor de piel. Había sido tan real. Afuera aún estaba oscuro, pero ver los atisbos de luz en el horizonte me hicieron olvidar la pesadilla. Aun estiraba mi cuerpo para terminar de despertar, cuando se acerca Evan.

–Despierta ya perezoso, llegó el amanecer.

-¡Oye oye espera! Aun es muy temprano, Evan.

-¿Temprano? Ya casi es medio día idiota –dijo mientras de agachaba con un vaso en cada mano. –Ten bébelo y levántate ya.

–Vamos, no seas exagerado, apenas está saliendo el sol, además ¿qué es ésta porquería que me das? ¿es una de esas extrañas bebidas tuyas, verdad?

-Si te refieres a mis bebidas energizantes, estas en lo correcto.

Las bebidas de Evan eran un completo asco, una especie de caldo espumoso con aspecto bastante asqueroso, pero definitivamente nos mantenían fuertes y llenos de energía para vigilar. Vivíamos en la parte alta del edificio abandonado que estaba sobre el subterráneo. Mi tío Cornelius siempre estuvo en contra de la idea, sin embargo cuando él estaba de cacería Evan y yo prácticamente vivíamos allí. Observábamos todo los alrededores de la ciudad subterránea donde vivíamos.

El mundo solía ser un lugar estupendo hace más de una década, lleno de recursos naturales, de personas y cosas que ver y disfrutar, ahora todo lo que quedaba alrededor eran estas ruinas de lo que una fue algo hermoso. La peste de los Sangrientos acabó con todo y con todos, y los pocos humanos que sobrevivieron se escondían bajo tierra ahora, pero yo lo odiaba. No importa cuán destruido estaba el mundo y cuánto peligro hubiese afuera, me gustaba estar en lo alto del edificio para verlo todo.

Llegué hasta el borde de la azotea, donde estaba Evan con su equipo de vigilancia. Traté de tomar los últimos sorbos de la bebida energética haciendo mi mayor esfuerzo y entonces lo vi, a lo lejos, pero lo suficientemente cerca para saber que era uno de los escuadrones, antes de darme cuenta escuche el grito de Evan -¡El escuadrón! gritó señalando y exaltándose.

-¡Ya vienen! Es el escuadrón, Dylan.

Sentí el corazón acelerarse dentro de mi pecho porque eso solo significaba una cosa: mi tío finalmente volvía. Recogimos todas las provisiones y las guardamos en nuestros bolsos. Nos lanzamos rápidamente camino al subterráneo, a través de las cuerdas de descenso. Llegué lo más rápido que pude con Evan, quería ser el primero en estar allí cuando las puertas se abrieran. Las personas del subterráneo no tardaron en aglomerarse junto a la entrada y pronto formaron un camino para que los cazadores pudieran pasar.

Los líderes del subterráneo estaban allí, también los médicos, preparados para auxiliar a los heridos, si es que alguno volvía. Entre las personas se podía sentir la consternación, generalmente los escuadrones de caza volvían al atardecer y eso le daba a la gente más tiempo de recibirlos (y cavar las tumbas, si era necesario), así que ésta llegada temprana había puesto a todos a correr, incluso yo, que siempre me tomaba el día entero para volver a traer mis cosas desde la azotea, hoy tuve que ser muy rápido para que mi tío no se diera cuenta de que pasé toda la semana fuera de nuestra casa.


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El subterráneo era un lugar oscuro iluminado vagamente por alguna entrada de luz y las linternas y antorchas que tanto costaba a los cazadores conseguir. Me dirigí con Evan hacia la multitud de la entrada y en poco tiempo se abrieron las puertas. La luz entró de inmediato y todas las personas alzaron sus cabezas e intentaron alargar el cuello para ver a los cazadores entrar. Éste siempre era un momento inquietante entre la multitud, hasta para mí. El corazón me latía de prisa y los nervios se apoderaban de mí cada vez que tenía que esperar que mi tío cruzara la entrada, siempre existía la posibilidad de que no lo hiciera.

El padre Evan, Bob, cruzó la entrada sosteniendo sobre su hombro y brazo derecho a un chico que apenas podía caminar, un novato que no conocía, tras ellos entró Ralph, un veterano, empuñando su rifle y luego la puerta se cerró...

¿Qué? No... No podía ser. La multitud enloqueció desesperada y comenzaron las exclamaciones y los llantos de angustia. ¿Solo tres cazadores volvieron? ¿De un escuadrón de veinte solo tres regresaron? Algo debía estar mal. Evan me miró con los ojos abiertos como platos y abrió su boca para decirme algo, tal vez para darme su sentido pésame, pero yo lo interrumpí.

-Hay que preguntarle a tu padre qué pasó.

Nos abrimos paso entre la multitud y a empujones llegamos hasta Bob, estaba ayudando al medico a subir al novato a una camilla, el novato tenía un muñón de tela y sangre bajo la rodilla derecha, quizá le habían arrancado la pierna, y Bob estaba cubierto con salpicaduras de sangre y rasguños. Evan lo abrazó aliviado, pero Bob no parecía aliviado en lo absoluto, más bien parecía demasiado preocupado, angustiado.

-Bob ¿qué rayos...? –comencé yo a preguntar pero él soltó a su hijo y me puso una mano en el hombro.

-Dylan. Lo siento. Nos emboscaron y... –parecía que le costaba decir cada palabra. Algunas personas alrededor hicieron silencio para escucharlo. –Ellos asesinaron a todos. Tu tío Corneluis trataba de salvarlos, mató más de una docena, pero eran demasiados y se lo llevaron a él con vida.

El horror se esparció por todo el lugar. Los líderes del subterráneo trataron de tomar el control, pero la situación era un caos, todos habían muerto. Mi tío... todos era un desastre, la peor cacería de la historia, nunca habían muerto tanto hombres y ya no había comida para la gente. No podía pensar en nada más que caos. Mi tío no podía estar muerto. No. Él era el mejor cazador de todos, el líder ¿cómo podía haber pasado algo así? El miedo se apoderó de mí, de todos.

Bob y los líderes del subterráneo vinieron a la casa esa noche mientras yo guardaba mis ganas de llorar para el momento en que viera el cadáver de mi tío Cornelius. Me parecía imposible que estuviera muerto, pero los dejé hablar. Los líderes nombraron a Bob como nuevo jefe de los cazadores y Bob me contó a detalle cómo se llevaron a mi tío. Dijo que mi tío le disparó sin fallar a más a de una docena de Sangrientos, ya habían acabado con casi todo el escuadrón y entonces un Sangriento saltó de entre las sombras y mordió a mi tío Cornelius en el brazo, pero la cosa más increíble sucedió después, el sangriento comenzó a convulsionar y sus labios llenos de sangre empezaron a quemarse, entonces murió. Luego, antes de que Bob pudiera darse cuenta se llevaron a mi tío Cornelius.

Le dije a Bob que tal vez no estaba muerto, quizá lo mantuvieron con vida para torturarlo o algo así y que todavía podíamos encontrarlo, le pedí que enviara un escuadrón a buscarlo pero se negó, dijo que lo más seguro es que ya hubiera muerto y que no podían arriesgar la vida de más gente.

Bien. Tal vez ellos no podían arriesgar la vida de más gente, pero yo podía con gusto arriesgar la mía. Esa noche después de que ellos se fueron de casa, empaqué mis cosas y tomé uno de los rifles del estante junto con todo mi equipo y provisiones que podía cargar. Algo me decía que no podía estar muerto, iría por él, y lo traería de vuelta.


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